La decana saliente, Consuelo del Val Cid, ofreció los primeros consejos a su sucesor en el cargo, “en estas tareas, más que del genio y del ego, se debe partir del principio más básico de la humildad, que tan contundentemente afirmaban los Beatles cuando incluían en su All you need is love, que no hay nada que puedas hacer que no pueda ser hecho (por ti o por otros)”. Le recordaba que se pone al frente de “una Facultad y de una universidad que debe ponerse las pilas cada día para fortalecerse y seguir adelante, hacia ese horizonte tan cercado a los 50 años de historia. En estos puestos de responsabilidad hay que conjugar intereses contrapuestos, filias y fobias de variopinta solidez… y a los que hay que aplicar la famosa mano izquierda, que es el principal y mejor consejo que te doy, Gustavo”.
En su emotivo discurso, quebrado al recordar “cuatro años, quizá los más duros de mi vida personal, que han coincidió, afortunadamente, con una experiencia inolvidable en la esfera profesional. Hace cuatro años mi padre me acompañaba en la toma de posesión. Hoy no está conmigo en persona, pero sí en espíritu. De él heredé el coraje y la perseverancia. A él le dedico mi labor”.