Elin Thordardottir, ofreció en su conferencia de clausura las investigaciones llevadas a cabo en dos entornos lingüísticos diferentes, Canadá e Islandia, con niños bilingües y multilingües, especialmente con inmigrantes, que en Canadá reciben en cantidad y desde hace mucho tiempo, pero que en Islandia resultan un fenómeno relativamente reciente. La primera conclusión es que el aprendizaje de un idioma depende esencialmente del tempo de exposición del estudiante a ese idioma. Otros factores como la similitud, el tipo de colegio, la lengua familiar o la procedencia no resultan tan relevantes.
Otras investigaciones revelan marcadas diferencias en los niveles alcanzados por niños expuestos a un segundo idioma en preescolar o primaria, desde distintas áreas del lenguaje, como el vocabulario, la gramática, la conversación, narración y lenguaje figurativo. Mientras que los niños islandeses, suecos o daneses hablan fluidamente inglés cuando acaban su formación primaria, los niños inmigrantes en Islandia, especialmente si llegan al país con más de 12 años y si su lengua nativa es tonal, como el vietnamita, adquieren una comprensión lingüística muy plana: “no parecen enterarse de nada y su situación no mejora con el tiempo”. La causa, explica la doctora Thordardottir, es que apenas utilizan la segunda lengua. “Usan el segundo idioma sólo para los deberes y en clase, no lo usan para jugar, para ver películas o series, para interactuar con sus vecinos o entre sus amigos…”
El reto está claro para la logopeda islandesa “nuestro sistema educativo ha de ser especialmente cuidadoso con la formación multilingüe de nuestros nuevos estudiantes o corremos el riesgo de provocarles disfunciones que pueden ser equiparables a retrasos en el lenguaje o a aparentes trastornos cognitivos que pueden durar toda su vida”. Una receta, la de un sistema educativo cuidadoso, que se percibió como perfectamente extrapolable a cualquiera de los países europeos receptores de inmigrantes durante el coloquio que siguió a la conferencia.