El registro de tortugas fósiles español es uno de los más abundantes y diversos del continente europeo. Entre las distintas tortugas identificadas en España se reconocía la presencia de tortugas primitivas. Así, desde hace cerca de un siglo, se habían hallado restos fragmentarios de estas tortugas en niveles del Cretácico Inferior, especialmente en aquellos depositados hace unos 125 millones de años. Sin embargo, el conocimiento sobre estos reptiles s era muy escaso, debido a ese limitado registro. Estas tortugas basales españolas correspondían a Helochelydridae, un linaje identificado tanto en otros lugares de Europa (especialmente en Gran Bretaña) como en Norteamérica, originado cuando ambos continentes estaban unidos y resultando en dos grupos aislados cuando comenzaron a separarse, mediante la generación del Océano Atlántico, durante el Jurásico. A pesar de la amplia distribución geográfica del grupo, los yacimientos con restos bien preservados de estas tortugas son muy escasos a nivel mundial. Este nuevo hallazgo español arroja, por tanto, las claves para ampliar drásticamente el conocimiento sobre estas tortugas primitivas.
“Las tortugas”, concluye Pérez García, “son un peculiar grupo de reptiles, cuya apariencia difiere radicalmente de la de cualquier otro animal conocido. Habitualmente se tiende a decir que estos animales apenas han experimentado cambios a lo largo del tiempo. Sin embargo, durante más de 220 millones de años de evolución, este grupo ha sufrido importantes modificaciones. De hecho, aunque algunas de las especies que coexistieron con los populares dinosaurios tenían apariencia cercana a la de ciertas tortugas actuales, otras eran radicalmente diferentes. Entre estas últimas destacan las tortugas primitivas, muchas de ellas correspondientes a formas terrestres, de relativo gran tamaño, con caparazones de más de 60 cm de longitud. Dichas tortugas no habían desarrollado aún la capacidad de retraer la cola, patas o cuello dentro del caparazón, por lo que su protección frente a los depredadores se hacía de una manera diferente: esas regiones anatómicas estaban cubiertas por estructuras rígidas, muchas de ellas terminando en pinchos, que les otorgaban una coraza protectora”.