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Laudatio Almudena Grandes HernándezDoctora honoris causa por la UNED 2020 Julio Neira Jimenez. Catedrático de Literatura Española y Teoría de la Literatura en la UNED | ||
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Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid, su ciudad natal, después de empezar a trabajar como escritora de encargo y editora de guías turísticas, se incorporó a la creación literaria en 1989 al publicar su primera obra, Las edades de Lulú, con la que ganó el XI Premio de novela La Sonrisa Vertical y alcanzó un gran éxito. Ha sido traducida a 19 idiomas y llevada al cine por el director Bigas Luna un año después. Las edades de Lulú era una obra bastante insólita en la tradición narrativa española y atípica dentro del género erótico, porque, escrita por una mujer joven casada y madre de un niño, recorría sin ningún tabú y con un lenguaje muy explícito los territorios de la sexualidad femenina y sus fantasías, anatematizados por la moral del nacional-catolicismo imperante en la educación de las mujeres españolas durante decenios. La perspectiva temporal con que ahora puede ser enjuiciada y la evidencia de que sigue contando con un notable número de nuevos lectores un cuarto de siglo después, permiten afirmar que la novela tiene valores mucho más importantes que el de la oportunidad de su aparición. Es cierto que la libertad con que fue escrita responde a la lucha y conquista de libertades de la España de los años ochenta, pero hay una conquista más profunda a la que convoca su texto: la de la libertad con que una mujer joven ha de construir su propia personalidad, de la que el deseo, el sexo y el amor son experiencias constitutivas, al margen —o contra— una educación familiar asentada aún sobre los esquemas y rigores de la sociedad patriarcal, o deudora de disfunciones emocionales en la relación con la madre, y esa es una lucha plenamente vigente en la actualidad. Sus siguientes novelas, Te llamaré Viernes (1991), Malena es un nombre de tango (1994), Modelos de mujer (1996), Atlas de geografía humana (1998) y el libro de relatos Modelos de mujer (1996) abordan el desarrollo psicológico de los personajes y las relaciones personales en la sociedad de su tiempo, desde una perspectiva realista y un estilo atento a reproducir el lenguaje de la vida cotidiana. Constituyen la primera de las dos grandes etapas que distingue la crítica en su trayectoria, la de las llamadas «novelas de la educación sentimental». Todas ellas giran en torno a la ex- periencia de su generación durante el periodo de la Transición; generación de los que acabaron el Bachillerato coincidiendo más o menos con la muerte de Franco en 1975. A ellos se refirió Almudena Grandes en estos términos: | ||
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Almudena Grandes también reconoce que en las novelas de esa época las mujeres tienen un protagonismo relevante porque ellas representaron mejor que los hombres la transformación radical de la sociedad española, pues a la lucha común por la libertad democrática añadieron la específica reivindica- ción de la igualdad de la mujer, y porque le resultó más eficaz escoger el punto de vista más cercano a su propia experiencia personal para explicar la de toda su generación. Los aires difíciles (2002) supuso una especie de transición hacia otro modo de novelar, una bisagra entre dos ciclos arrativos. Compartía rasgos con las anteriores, una historia del presente, pero ofrecía novedades muy importantes que la hacían la primera obra de una nueva etapa. Se trataba de una historia doble y al tiempo única, con dos protagonistas distintos, uno mujer, pero también un hombre, que habían de confluir, lo que obligaba a una estructura argumental bien calibrada. La voz narradora es la tercera persona omnisciente, capaz de explorar las interioridades psicológicas de los personajes mediante el estilo indirecto libre e incluso el monólogo interior para profundizar mejor en los secretos sentimientos de unos náufragos de la vida a quienes persiguen los remordimientos. Novela por tanto sobre supervivientes de la memoria, a quienes la borrasca del tiempo ofrece una segunda oportunidad en el Sur, construida con la simbiosis de técnicas narrativas clásicas del realismo y con otras más recientes que la autora domina con soltura y adapta a las necesidades del relato sin sentirse constreñida a cánones escolásticos. Y la historia de Sara lleva al tiempo narrativo de la posguerra, época en que se desarrollará la segunda etapa de su trayectoria. Con El corazón helado (2007), Almudena Grandes inició un ambicioso proyecto de recuperación de la memoria histórica de la España del siglo XX. Relata la historia de dos familias a partir de la Guerra Civil: una lucha en el exilio por su supervivencia, la otra medra en el interior gracias a las corruptelas en el mundo de los negocios propiciadas por el régimen franquista. Ambas familias convergen en la figura de sus hijos en la España de la transición. La novela respondió a una inquietud reivindicativa de buena parte de la sociedad española, deseosa de reconstruir los hechos ocurridos en la Guerra Civil y la Dictadura de Franco, secuestrada durante decenios por la historiografía oficial. El corazón helado supuso, pues, la inmersión narrativa en el tiempo de la guerra y, sobre todo, la posguerra desde la perspectiva de la memoria colectiva de la sociedad española. Se trata de una novela muy ambiciosa —casi un siglo, tres ejes, dos narradores, cuatro puntos de vista, dos familias numerosas y muchos personajes—, que requería una estructura milimétrica y una capacidad narradora a la altura de los grandes novelistas del siglo XIX (Balzac, Dickens, Tolstoi, Galdós), cuyo modelo realista sigue la autora. Y, sin duda, fue una tarea resuelta con gran éxito, pues no es exagerado afirmar que se trata de una de las mejores novelas de lo que llevamos de siglo XXI. En El corazón helado Almudena Grandes articula las historias, los sentimientos, las pasiones y la emoción intrínseca del relato con un eficacísimo dominio de las técnicas clásicas del realismo, modernizadas y enriquecidas con recursos propios de la novela del siglo XX. A la narración omnisciente en tercera persona — con la que homenajea a Pérez Galdós de forma explícita— se añaden el estilo indirecto, libre y el monólogo interior, a veces originado por una pluralidad de voces narrativas. Todas esas técnicas se adaptan a una estructura narrativa simétrica y muy equilibrada, que da unidad textual a un relato de innumerables episodios y situaciones, personajes que evolucionan y se transforman en conflicto con su pasado, con los demás o consigo mismos. Esta novela fue galardonada en 2008 con los premios Fundación José Manuel Lara y Gremio de Libreros de Madrid. Durante el proceso de escritura de El corazón helado Almudena Grandes fue documentando episodios ocurridos en la posguerra, sobre todo de testimonios personales de sus protagonistas, referidos a la lucha clandestina de la resistencia antifranquista, silenciados por los medios oficiales y desconocidos por la historiografía. Con seis de ellos proyectó un ciclo de novelas que denominó Episodios de una Guerra Interminable. La autora anunció que abarcarían el periodo de un cuarto de siglo comprendido entre 1939 y 1964, el año de los XXV Años de Paz proclamados por la propaganda oficial; también explicó que estarían escritas en primera persona y que, en línea con las últimas tendencias de la narrativa, la ficción alternaría con la no-ficción, es decir, que sucesos realmente ocurridos y personajes reales de la Historia se interrelacionarían con los procedentes de la fabulación de la escritora; asimismo explicó que, al modo de las novelas galdosianas, algunos personajes pasarían de una novela a otra con distinto nivel de protagonismo, con la intención de tejer «un tapiz complejo y representativo de lo que fue la resistencia a la dictadura durante sus primeros veinticinco años». Otro rasgo común a las seis novelas sería la proyección de los hechos narrados y sus consecuencias hasta 1977-1978 en un epílogo con la voz de la autora. De esas seis novelas hasta el momento han aparecido cuatro: Inés y la alegría (2010), El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014) y Los pacientes del doctor García (2017). La quinta, La madre de Frankenstein, está a punto de aparecer, en las próximas semanas; y quedará la última, Mariano en el Bidasoa, para culminar este proyecto narrativo de tanto alcance. La publicación de cada una de ellas ha conocido un gran éxito de público y también la crítica las ha ponderado. Inés y la alegría obtuvo el Premio de la Crítica de Madrid, el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska y el Premio Sor Juana Inés de la Cruz, y Los pacientes del doctor García el Premio Nacional de Narrativa. En el primero de estos episodios el relato parte del hecho histórico de la invasión del Valle de Arán (Lérida) por tropas republicanas procedentes de Francia (Ejército de la Unión Nacional) en el otoño de 1944, que tenía el objetivo de propiciar un levantamiento popular generalizado en todo el territorio español. Aquella invasión tuvo escaso alcance, tanto por el territorio que consiguieron controlar como por su breve duración, doce días, al cabo de los cuales los invasores tuvieron que retirarse a Francia. Sin embargo, esta escaramuza militar ocupa un breve espacio en la novela, que sobre todo aborda la reorganización del Partido Comunista en el exilio al acabar la Guerra, la vida de los exiliados en Toulouse durante la posguerra y su lucha cotidiana por la supervivencia, la clandestinidad en el interior de España, además de dos historias sentimentales, la de los dirigentes comunistas Carmen de Pedro y Jesús Monzón y la de Dolores Ibarruri la Pasionaria y Francisco Antón, que, enhebradas en esos hechos históricos, sirven como hilo narrativo que sustenta toda la trama. La segunda novela es El lector de Julio Verne, cuya historia recupera la figura del guerrillero Tomás Villén Roldán, a quien en la Sierra de Jaén se conocía y aún se recuerda como Cencerro; y reconstruye el ambiente opresor durante aquel Trienio del Terror (1947-1949) caracterizado por la feroz represión de la Guardia Civil contra la resistencia republicana en el interior del país, organizada en guerrilla rural, una vez convencido el dictador de que las democracias occidentales le permitirían se- guir en el poder por su lucha contra el comunismo. Al tiempo es también la historia de un niño entre los nueve y los once años, Nino, hijo de un guardia civil que no hizo la guerra en el bando «nacional» y siempre es mirado con recelo, habitante de la casa-cuartel de Fuensanta de Martos, que narra en primera persona siendo ya adulto lo vivido. La tercera entrega de la serie, Las tres bodas de Manolita, se centra en las duras condiciones de vida en Madrid entre 1939 y 1949 y en las estrategias de supervivencia que deben aplicar las clases menesterosas derrotadas en la Guerra en esos días de degradación moral y social. De nuevo se trata de una novela de iniciación a la vida adulta, de nuevo una mujer como protago- nista que cuenta en primera persona las vicisitudes que hubo de pasar en las peores circunstancias posibles hasta hacerse adulta. Manolita Perales, uno de los personajes mejor logrados de Almudena Grandes, es una muchacha corriente, que rehuía cualquier compromiso político y cuyas aspiraciones se limita- ban a ser costurera y casarse con un hombre bueno y trabaja- dor a quien llevar la comida caliente en una fiambrera todos los mediodías, que se ve convertida al acabar la guerra en cabeza de familia y responsable de sus cuatro hermanos menores en una casa sin luz y sin agua. Manolita es la heroína callada que debe librar su guerra diaria por la supervivencia en una ciudad en la que se privaba a los vencidos incluso de las mínimas con- diciones de subsistencia. | ||
El crítico Ángel Basanta detectó algunos procedimientos empleados para enlazar ficción y realidad histórica: narrar hechos reales y tratarlos como tales, como ocurre en el principio de la novela; crear personajes de ficción y tratarlos como si fueran reales, como ocurre con Manolita; y, por último, recrear personajes reales en la historia caracterizándolos como personajes de ficción, como el escritor Antonio de Hoyos y Vinent. En algún caso, como el del comisario Conesa, el personaje se configura mediante la combinación de dos procedimientos. Entre los hechos reales ficcionalizados en esta novela se cuentan la incipiente formación de células comunistas en el interior, la situación en las cárceles franquistas, los trabajos forzados de hijos de republicanos a que fueron obligados mientras sus padres redimían sus penas, y la construcción del Valle de los Caídos, también mediante trabajos forzados. En Los pacientes del doctor García encontramos una trama aún más compleja, que se desarrolla en 1946 en Madrid, pero también fuera de España, en Alemania y el frente del Este, y en Argentina, y tiene analepsis que nos llevan a los momentos finales de la República y a la División Azul durante la Segunda Guerra Mundial. Aborda hechos solo recientemente divulgados, como la actividad de una organización clandestina de evasión de criminales de guerra y prófugos nazis establecida en Madrid bajo la dirección de una hispanoalemana, Clara Stauffer, miembro de la Sección Femenina de Falange y vinculada a las altas esferas del poder franquista, que ayudó a escapar a Argentina a nazis reclamados por la justicia internacional tras la victoria aliada en la guerra. Encontramos también la actividad del servicio de información de la República que, desde el exilio, intenta demostrar la connivencia del régimen de Franco con los huidos nazis para que los aliados lo abandonen por fin y restauren la legalidad democrática en España. En esa actividad de espionaje se involucra el doctor Guillermo García Medina, que había permanecido en Madrid después de la derrota atendiendo médicamente a las clandestinas redes de resistencia antifranquista, según aparecía ya en anteriores novelas. Como un paréntesis en la escritura de la serie de Episodios de una Guerra Interminable, en noviembre de 2015 apareció una nueva novela de Almudena Grandes: Los besos en el pan, que narra las vicisitudes que sufren las gentes de un barrio céntrico de Madrid a lo largo de un año. El barrio forma un universo específico y paradigmático del conjunto de la sociedad española actual, sacudida desde 2008 por la crisis económica, al que la autora enfrenta al espejo de los valores éticos de su pasado reciente, dominado por una penuria endémica y la solidaridad como vía de escape casi exclusiva. El puente entre el presente y el pasado se establece a través del diálogo generacional entre abuelos y nietos, cuyos vínculos sostiene en gran medida la indispensable urdimbre social de un tiempo desesperado para tantos, y reconstruye la memoria colectiva de un ayer no tan lejano que la sociedad mediática pretendió enterrar bajo simulacros de opulencia. En Los besos en el pan se aborda la explicación de los orígenes de la crisis inmobiliaria, su extensión al conjunto de la eco- nomía y las consecuencias sociales: precariedad laboral, pérdida del puesto de trabajo, rebaja salarial, desahucios por impago de la hipoteca, etc., pero también se abordan otros problemas de profunda gravedad social como la violencia doméstica y el asesinato de mujeres o el suicidio. Todos ellos son denunciados por Almudena Grandes sin patetismo, pero con contundencia gracias al verismo de los casos que nos presenta; aunque no deja de aparecer también el humor y la ironía que, como en tantas de sus novelas, facilitan la transmisión de los valores de tolerancia, solidaridad y compromiso ético que caracterizan su ideología. Ciertamente, en el conjunto de la narrativa de Almudena Grandes, novelas y narraciones cortas, se manifiesta su compromiso político y su ideología izquierdista y republicana, que ella misma ha explicitado en sus numerosas colaboraciones en el diario El País y en frecuentes entrevistas e intervenciones públicas. En su primera columna en ese periódico afirmaba: «La escritura es un acto ideológico» (6/1/2008). En ellas trata de temas muy variados, pero hay uno recurrente: la reflexión ética sobre el significado de la República, la Guerra Civil y la Dictadura, y la denuncia de la desmemoria sobre la que se quiso basar la Transición. Su pasión es también la defensa de los oprimidos y la lucha contra las injusticias sociales, muy especialmente la discriminación de las mujeres. Tanto en la primera serie de sus novelas como en los Episodios publicados es patente la presencia de personajes femeninos de gran entidad que tienen cualidades como la constancia y la capacidad de sufrimiento, pero también el orgullo y la valentía para luchar por su dignidad, contrarrestando los estereotipos propios del pensamiento conservador. En suma, Almudena Grandes es, sin duda, la novelista es- pañola más destacada del último cuarto de siglo. Su narrativa se encuadra en los decenios finales del siglo XX y los años transcurridos del XXI, en un contexto histórico, político y social de España muy definido. Sus obras ahondan en la historia reciente para recuperar las huellas de un pasado oculto durante la dictadura de Franco y explican las claves profundas de la sociedad actual. El lenguaje utilizado fluye con esa difícil naturalidad que solo consiguen los grandes autores que dominan las técnicas narrativas clásicas y las más novedosas. Un lenguaje en el que lectores de toda condición sienten reconocibles y verosímiles las situaciones y episodios que se narran. Almudena Grandes ha logrado conectar con un amplio y diverso sector de lectores a través de una narrativa puesta al servicio de historias de gran interés actual, bien por la inmediatez de los sucesos, bien por su trasfondo histórico, lo que le ha permitido romper desde sus primeras obras el «techo de cristal» de las narradoras españolas y normalizar la presencia de las mujeres en la industria editorial, lo que es de por sí un logro incuestionable; y, por supuesto, ir sumando miles de lectores que mantienen su fidelidad en cada nueva novela y esperan impacientes la siguiente. Son muchos y de variada naturaleza los méritos que justifican este doctorado honoris causa a una escritora de consolidada y brillante trayectoria literaria y con un firme compromiso en la defensa de valores que, cualquier sociedad necesita para su progreso. Una escritora cuya desinteresada colaboración con la UNED viene siendo frecuente, como miembro del jurado del Premio de Narración Breve, participando en cursos de extensión universitaria, en actividades del Departamento de Literatura Española y Teoría de la Literatura y en programas educativos de Radio UNED y Canal UNED. Por todo ello, Almudena Grandes es sobradamente merecedora del reconocimiento que nuestra Universidad le otorga ahora al incorporarla como doctora honoris causa a nuestro claustro, que a su vez se engrandece con esta incorporación. | ||
Gracias, Almudena, por aceptarlo y muchas felicidades. | ||