Como una enfermedad infecciosa respiratoria aguda emergente, COVID-19 se propaga principalmente a través del tracto respiratorio, por gotitas, secreciones respiratorias y contacto directo. La Organización Mundial de la Salud (OMS, https://www.who.int/es/emergencies/diseases/novel-coronavirus-2019) indica que el SARS-CoV-2 se transmite principalmente por contacto con gotículas respiratorias, producidas por una persona infectada al toser, respirar o hablar, y que se depositan rápidamente sobre los objetos del entorno. Las personas pueden entrar en contacto con estos objetos y pueden contagiarse cuando se tocan los ojos, la nariz o la boca. Por este motivo, las principales recomendaciones sanitarias son lavarse las manos frecuentemente, toser en el codo, no tocarse la cara y mantenerse a una distancia de entre uno y dos metros de otras personas. También se ha detectado la presencia del virus en heces y sangre, lo que indica la posibilidad de transmisión a través de múltiples rutas. Es altamente transmisible en humanos, especialmente en ancianos y personas con enfermedades subyacentes (diabetes, hipertensión y enfermedad cardiovascular, principalmente). Además, este virus es estable durante varias horas o días en aerosoles y en superficies. Un trabajo publicado en la revista The New England Journal of Medicine demuestra que el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV-2) se detecta hasta tres horas en aerosoles, hasta cuatro horas en cobre, hasta 24 horas en cartón y hasta dos o tres días en plástico y acero inoxidable. Los resultados proporcionan información clave sobre la estabilidad del SARS-CoV-2, aunque todavía nos queda mucho por conocer de este virus.
En cuanto a la sintomatología clínica de la enfermedad COVID-19, inicialmente, el signo clínico principal que permitió la detección de casos fue la neumonía. Informes más recientes también describen síntomas gastrointestinales e infecciones asintomáticas, especialmente en niños pequeños. Las observaciones hasta ahora sugieren un período de incubación de 1 a 14 días, principalmente de 3 a 7 días. Además, se sabe que el COVID-19 es contagioso durante su período de latencia. El porcentaje de individuos infectados por SARS-CoV-2 que permanecen asintomáticos durante el curso de la infección aún no se ha evaluado definitivamente. En pacientes con síntomas, las manifestaciones clínicas de la enfermedad generalmente comienzan después de menos de una semana, y consisten en fiebre, tos, congestión nasal, fatiga y otros signos de infección del tracto respiratorio superior. La infección puede progresar a una enfermedad grave con disnea y síntomas torácicos severos correspondientes a neumonía, que ocurre en la mayoría de los casos entre la segunda o la tercera semana de una infección sintomática. Los signos predominantes de neumonía viral incluyen disminución de la saturación de oxígeno y cambios visibles a través de radiografías de tórax y otras técnicas de imagen. Actualmente, también se han detectado otros signos característicos de la enfermedad, como son la desaparición brusca del olfato y el gusto, lo que se denominan anosmia y disgeusia, respectivamente, o bien, alteraciones de la calidad del olfato, parosmia. Estos síntomas pueden presentarse como únicos signos de la infección y/o aparecer antes que los otros síntomas típicos.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han desarrollado una prueba para diagnosticar COVID-19 en muestras respiratorias y de suero de muestras clínicas. El método de diagnóstico de la enfermedad COVID-19 se basa en la detección del ARN viral presente en las muestras clínicas de los pacientes infectados. Los tipos de muestras que deben utilizarse para el diagnóstico y que deben remitirse al laboratorio microbiológico, son muestras del tracto respiratorio superior (exudado nasofaríngeo/orofaríngeo en pacientes ambulatorios) e inferior (lavado broncoalveolar, esputo y/o aspirado endotraqueal, especialmente en pacientes con enfermedad respiratoria grave), además, en los niños puede tomarse una muestra de aspirados nasofaríngeos. Por otro lado, si las pruebas iniciales son negativas en un paciente con una alta sospecha clínica y epidemiológica para SARS-CoV-2, se debe repetir el diagnóstico utilizando nuevas muestras del tracto respiratorio y muestras adicionales como sangre, orina o heces.