Estas especies de arsénico se clasifican en dos grupos bien diferenciados: especies de arsénico de naturaleza orgánica y especies de naturaleza inorgánica. La acumulación y presencia de las especies inorgánicas -conocidas como arsenito y arseniato- en aguas de consumo suponen un grave problema tanto sanitario como medioambiental ya que son las especies de arsénico más tóxicas. Por otro lado, en el grupo de arsénico orgánico, se distingue entre las especies orgánicas propias del pescado, la arsenobetaína y la arsenocolina, y las especies orgánicas generadas en nuestro metabolismo al ingerir arsénico inorgánico, dimetilarsénico y monometilarsénico. Estas últimas también se encuentran presentes en muy poca proporción en suelos y aguas, debido principalmente a la acción de microorganismos.
Los investigadores han podido elaborar perfiles específicos para las diferentes posibilidades de exposición existentes. El caso más común es la exposición a través de la dieta (pescados, arroces, cierto tipo de algas, mariscos) y las únicas especies observadas son las orgánicas del pescado y las orgánicas generadas a consecuencia del metabolismo. Éstas no presentan ninguna amenaza en términos de toxicidad.
El perfil contrario lo representaría la aparición única y exclusiva de las dos especies mencionadas de arsénico inorgánico. En este caso, se trataría de una intoxicación grave y podría comportar una gran gama de síntomas a corto y medio plazo, desde los más leves como las erupciones cutáneas o la formación de capas blanquecinas en las uñas conocida como líneas de Mees, hasta los más graves, como varios tipos de cáncer, enfermedades cardiovasculares y en última instancia, fallo multiorgánico.
El perfil intermedio sería la aparición o no de arsénico inorgánico unido a las especies de arsénico orgánico metabolizado, en cuyo caso la exposición sería de bajo nivel, pero susceptible de padecer síntomas leves a medio plazo y graves a largo.
Con respecto a su presencia en el medioambiente, el arsénico se encuentra formando parte de medios críticos para la vida humana: la contaminación de aguas de consumo provenientes, por un lado, de vertidos y residuos de la minería y la industria, y por otro, la filtración desde la tierra, donde se encuentra en forma de minerales, hasta las masas de agua mediante procesos geológicos de zonas volcánicas. El grado de contaminación lo dictamina la presencia de unas especies u otras.