La importancia de estos hallazgos arqueológicos debe medirse por su capacidad para mejorar los conocimientos científicos sobre tres temas fundamentales. “En primer lugar, acerca de la retratística de varios miembros de las casas imperiales de los siglos II y III d.C. Gracias al análisis de estos fragmentos se han podido reconocer nuevos retratos romanos de los emperadores Adriano, Cómodo, Caracalla y Heliogábalo. En segundo lugar, ha permitido demostrar de manera empírica que Villa Adriana no desapareció tras la muerte del emperador Adriano. Su uso se mantuvo activo al menos durante casi cien años más, como certifica el descubrimiento de un retrato del emperador Heliogábalo (218-222 d.C.) en sus instalaciones. En tercer lugar, ha mejorado nuestros conocimientos acerca de las copias romanas de época helenística. Entre los 12 fragmentos estudiados, se ha localizado la única réplica conocida de una famosa estatua infantil del Museo del Louvre”, explica el profesor.
“Para la investigación española, la publicación de este artículo supone entrar a formar parte del reducido grupo de especialistas que han tomado posición acerca de la escultura de Villa Adriana”, subraya el profesor Ojeda. Además, supone retomar las investigaciones de los fragmentos escultóricos de la Villa excatamente en el punto en que los dejó el profesor. K. Fittschen en el año 1988 (cf. Disiecta membra eines Porträtkopfes des jugendlichen Commodus, in: K. Stemmer (Hrsg.), Kaiser Marc Aurel und seine Zeit, 27–28), reconoce la validez del método científico que él encabeza e introduce a la historia del arte clásico español en el debate internacional sobre el asunto.