En efecto, la termografía se basa en la observación de pequeños cambios de temperatura: “Los tumores son grupos de células que crecen más rápido de lo habitual y que, para alimentarse, necesitan crear pequeñas venas y arterias. Esta angiogénesis produce calor, que se detecta a través de cámaras térmicas, principalmente por la comparación entre las dos mamas”. La ventaja de esta técnica es que resulta totalmente inocua, porque no utiliza rayos X, sino que capta la luz infrarroja emitida espontáneamente por el cuerpo humano. “Esto es especialmente importante para mujeres jóvenes de alto riesgo por antecedentes familiares”, explica Díez, “a las que se le deben realizar pruebas frecuentes desde edades muy tempranas, con la consiguiente acumulación de radiación. Igualmente puede aplicarse a mujeres embarazadas”. Además, como ningún instrumento entra en contacto con la piel, resulta indolora.
El objetivo de combinar las tres técnicas, utilizando la IA, es evitar tanto los falsos positivos, que provocan biopsias innecesarias, como los falsos negativos, que hacen que el cáncer se detecte en estadios más avanzados, cuando los tratamientos son más agresivos, más costosos y menos eficaces. Este proyecto es novedoso porque hay muy pocos trabajos que combinen en modelos de IA varias técnicas de imagen, y ninguno que haya analizado si la termografía es coste-efectiva.