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Madrid, 18 de noviembre de 2021




¿Son compatibles el trabajo decente y la transición ecológica? Una investigación de la UNED aborda la cuestión

Las características del trabajo decente se definieron en 1999 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y han llegado a 2021 con la aprobación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. La igualdad de género figura como un objetivo transversal. Un artículo de la profesora de la UNED Belén Alonso-Olea García indaga en cómo se actualizan sus objetivos en un mundo en transición ecológica.


El trabajo decente quedó definido por sus cuatro objetivos aceptados internacionalmente desde que, en 1999, el director General de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Juan Somovía, presentó su Memoria Trabajo decente en la Sesión 87ª de la OIT (Organización Internacional del Trabajo). “Estos cuatro objetivos son: las oportunidades de empleo, la promoción y aplicación de los principios y derechos fundamentales en el trabajo, la protección social, el diálogo social y el tripartismo. La igualdad de género figura como un objetivo transversal en el trabajo decente”, explica Belén Alonso-Olea García, profesora de Derecho del Trabajo de la Seguridad Social de la UNED, y autora de un artículo científico que acerca aquellos objetivos de hace dos décadas con la realidad que vivimos hoy.

Para la profesora de la UNED, la definición de trabajo decente es el punto del que se debe partir para hacer cualquier reforma del mercado de trabajo y de las relaciones laborales. “En las circunstancias actuales, tendremos que plantear nuevas relaciones laborales, condiciones de trabajo, tipos de empleo (green jobs), garantías básicas de Seguridad Social, estrategias de extensión de la Seguridad Social, un nuevo dialogo social, etc.”.

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Reconoce que cualquier cambio requiere “un proceso de transición justa”. Por ejemplo, adaptarse al cambio climático requiere “una evaluación temprana de la problemática que no debe limitarse a reforzar la respuesta a corto plazo frente a una situación coyuntural (cierre de una central nuclear) o una determinada emergencia (inundación)”. Y advierte de que debe evitarse caer en la demagogia: “No se puede cerrar una compañía, de la que lleva viviendo una comarca desde tiempos inmemoriales, y que la única opción sea la jubilación anticipada o la prestación por desempleo; se deberían dar, asimismo, vías de solución basadas en políticas activas. Si hay que cerrar cualquiera empresa por ser contaminante, desde un principio y a la par, se ha de evaluar la adecuación y viabilidad de alternativas a largo plazo para garantizar la cohesión económica, social y territorial de la región o comarca afectada y evitar la exclusión social”. En este sentido, la profesora señala que es “esperanzador” que la reciente Ley 7/2021, de 20 de mayo, de cambio climático y transición energética prevea y regule los llamados convenios de transición justa.

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El artículo de la profesora de la UNED trata de dar respuestas a las transformaciones que se están produciendo en la conciencia colectiva por el cambio climático. “Esta problemática se afronta desde una triple dimensión, lo que supone no aislar las cuestiones medioambientales de las económicas y sociales (triple dimensión de la sostenibilidad). En este sentido, es fundamental el concepto de trabajo decente, así como la participación del mundo académico aportando ideas sobre cómo el Derecho del Trabajo y el Derecho de la Protección pueden y deben verse afectados en la consecución de los ODS de las Agenda 2030, en especial, el 8 ODS”, apunta la experta.

Los años de estudio sobre el trabajo decente con un grupo de investigación formado con profesores de toda España, guiados por la profesora Consuelo Chacartegui Jávega de la Universidad Pompeu Fabra, han fructificado en la publicación de un libro llamado Condiciones de trabajo decente para una transición ecológica justa (Tirant lo Blanch)

La investigadora es “una convencida” del inevitable cambio que se está produciendo en el mundo global gracias a la concienciación del cambio climático y a la necesidad de satisfacer las necesidades del presente sin comprometer a las futuras generaciones, pero cree que el aterrizaje del trabajo decente en nuestras realidades es todavía difuso. “Aunque la Agenda 2030 es muy conocida, no tengo claro en qué se traduciría, jurídicamente hablando, el trabajo decente; cómo se ha de abordar la ecologización de la economía a través de una transición justa hacia economías y sociedades ambientalmente sostenibles y, por el contrario, veo que seguimos anclados en reformas laborales y de pensiones que, no es que no sean importantes, sino que, a mi modesto entender, no abordan ni integran todos estos nuevos conceptos, o no lo hacen suficientemente”, indica.

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