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Madrid, 13 de noviembre de 2021




La descripción de un extraño cocodrilo prehistórico revela la existencia de planocraníidos en la península ibérica

Un equipo de paleontólogos del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y la Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca proponen una descripción detallada del extraño cocodrilo Duerosuchus piscator, definido en 2009. Los resultados, publicados en Journal of Vertebrate Paleontology, asocian a este cocodrilo con los planocraníidos, un grupo no reconocido hasta ahora en la península ibérica.

En un reciente trabajo publicado en la revista Journal of Vertebrate Paleontology, un grupo de investigadores del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED y de la Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca ha revisado los restos y la diagnosis de la especie y han propuesto una interpretación de las relaciones de parentesco del cocodrilo Duerosuchus que permiten extraer algunas conclusiones relevantes.

Los resultados sitúan a Duerosuchus piscator como un miembro de Planocraniidae, un grupo restringido hasta ahora al Paleoceno de China y al Eoceno de Alemania y Estados Unidos, y que se pensaba que no estaba representado en la Península Ibérica.

Los representantes de Planocraniidae, tradicionalmente conocidos como “pristicampsinos”, tenían una forma de vida ligeramente diferente a la del resto de los cocodrilos modernos. Estos animales adoptaron hábitos más terrestres que los de los cocodrilos actuales, con miembros más largos y dientes cortadores, que en ocasiones son aserrados. El análisis filogenético presentado confirma que los planocraníidos fueron un linaje extinguido que se desarrolló en los ecosistemas del hemisferio norte después de la desaparición de los dinosaurios y antes de la divergencia de los dos grandes grupos de cocodrilos actuales.


Foto

Cocodrilo Dueruchus piscator dibujado por Manuel Mújica


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En 2009, Luis Alonso Andrés y su hijo Luis Alonso Santiago, colaboradores de la Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca, publicaron la definición del cocodrilo Duerosuchus piscator a partir de algunos fósiles del Eoceno Medio (hace unos 42 millones de años) encontrados en Corrales del Vino (Zamora). Los restos estaban compuestos por fragmentos de un cráneo y una mandíbula, algunas vértebras y varios osteodermos. En la descripción original los autores reconocieron que se trataba de una especie desconocida hasta el momento, pero, quizás por sus peculiaridades, no consiguieron relacionarlo con ninguno de los grupos de cocodrilos modernos conocidos.

El trabajo publicado en Journal of Vertebrate Paleontology supone cerrar el círculo iniciado por los investigadores de Salamanca en 2009.

“El hallazgo nos aporta información de un momento de la historia de la Tierra, hace unos 40 millones de años, en el que un clima cálido bastante generalizado había transformado la Península Ibérica en un entorno subtropical. En este contexto se desarrolló una fauna particular que había ocupado el espacio dejado por la extinción de los dinosaurios, pero en la que aún no se habían instalado las formas de vertebrados modernos que caracterizaran los últimos 20 millones de años. En este momento, distintos grupos de cocodrilos habitaban la península. Algunos tienen una estrecha relación con las especies que han llegado hasta la actualidad en otras zonas del planeta, pero además se identifican otros grupos de cocodrilos con hábitos más terrestres”, explica el profesor Francisco Ortega, profesor de Ciencias Biológicas de la UNED.

“Entre estos cocodrilos, en la Península Ibérica se ha identificado Iberosuchus, una forma relativamente primitiva de cocodrilo terrestre que probablemente fue un depredador activo, corredor de tamaño medio y cercanamente emparentado con cocodrilos de África y América del Sur. Iberosuchus no estaba presente en la mayoría de Europa (tan solo en el sur de Francia) y su papel ecológico podría estar asumido por los planocraníidos, otro linaje de cocodrilos, más modernos. Por otra parte, se conocía la presencia de Duerosuchus, que era un extraño cocodrilo, identificado únicamente en el yacimiento de Zamora y que no presentaba las características de ninguno de los linajes de cocodrilos presentes en la Península Ibérica y cuyas relaciones con el resto de los cocodrilos se desconocían”, cuenta Ortega.

El estudio realizado muestra que realmente Duerosuchus es un planocraníido, emparentado con las faunas que se conocían en Europa, pero que tiene muchas diferencias respecto a éstos y que presentan semejanzas con las formas asiáticas del linaje.


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“La identificación de un planocraníido en la Península Ibérica indica la coexistencia en este territorio de dos linajes de cocodrilos terrestres ampliamente extendidos por el planeta, pero que no solapan su distribución en ningún otro lugar. Estos dos linajes se extinguen antes de la actualidad, posiblemente por la competencia con los mamíferos carnívoros, pero parece que en la Península Ibérica consiguieron repartirse los recursos en las selvas desarrolladas durante el Eoceno”, señala.

El grupo de investigación en Biología Evolutiva de la UNED tiene un interés especial en el estudio de las faunas de reptiles del Mesozoico y el Cenozoico. “Para nosotros, es un privilegio poder trabajar en un espacio tan singular y rico en información como el Eoceno de la Cuenca del Duero. La Colección de Vertebrados fósiles de la Cuenca del Duero alojada en la Sala de las Tortugas de la Universidad de Salamanca es un espacio privilegiado para asomarse a los ecosistemas de la Península Ibérica de hace 40 millones de años. Personalmente, yo empecé a trabajar como paleontólogo en esta colección y con este registro y volver a trabajar sobre él constituye un homenaje al legado de quienes contribuyeron a formar esta colección, como los recientemente desaparecidos Luis Alonso Andrés (uno de los descubridores del fósil de Duerosuchus) y Emiliano Jiménez (el creador de la colección). Esperamos que la actividad de investigación sobre esta colección ayude a ponerla en valor y a popularizar un momento apasionante de la historia de los ecosistemas de la Península Ibérica”, concluye el profesor Ortega.

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Edición web: Rafael Carretero del Puerto
Ilustración: Manuel Mújica
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