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Madrid, 9 de marzo de 2022




El catedrático emérito Óscar Alzaga dona a la UNED 198.000 € para consolidar el futuro de la revista Teoría y Realidad Constitucional

El rector de la UNED, Ricardo Mairal Usón, con representantes de su equipo de Gobierno y de la Facultad de Derecho, recibieron la donación de 198.000 € de Oscar Alzaga Villaamil, catedrático jubilado que los cede en una cartera de valores destinada a garantizar el futuro de la revista Teoría y Realidad Constitucional. La publicación, semestral, fue fundada hace más de 20 años por Alzaga y hoy se encuentra en las posiciones más destacadas de los principales rankings nacionales e internacionales del área de las Ciencias Jurídicas. Los fondos están adscritos a una cartera de valores procedentes de la Fundación Oscar Alzaga, que serán gestionados por la Fundación UNED. “No es un imperativo jurídico, es un deber ético para dejar el legado a los amigos más jóvenes de la facultad”, señalaba el donante.


Ricardo Mairal recibía la donación con “agradecimiento por ser un acto inusual en el mundo universitario conducente a preservar la investigación y la docencia; con respeto por haber ostentado con honor el ejercicio del magisterio y con respeto y admiración por una trayectoria que se ha constituido en ejemplo y referente para toda la universidad”. El rector indicó también que “gracias a estos fondos se verá preservada y acrecentada su labor y se complementará con un proyecto innovador del Centro de Estudios de Partidos Políticos, acrecentando más si cabe la labor de investigación impulsada por el maestro Alzaga”. El donante lamentaba, por su parte, “ser ya catedrático jubilado y no poder votar a este magnífico rector y a su equipo”.


Mairal y Alzaga estuvieron acompañados en la recepción de la donación por la vicerrectora Primera, Rosa María Martín Aranda, la vicerrectora de Economía, Amelia Pérez Zabaleta y la Secretaria General Rebeca de Juan y Alfredo Albaizar, director de la Fundación UNED, encargado de gestionar la donación. También participaron en el acto Ana Loreto Mohíno Manrique, decana de la facultad de Derecho, Fernando Reviriego Picón, María Salvador Martínez y Jorge Alguacil González-Aurioles, profesores de la Facultad de Derecho, y codirectores de la revista Teoría y Realidad Constitucional.


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Profesor, político y abogado

Alzaga Villaamil llegó a la UNED en 1977 como catedrático, desde la Universidad de Oviedo. Conferencias, libros, dirección de tesis doctorales, años de gestión al frente del Departamento de Derecho Constitucional. Venía de una intensa carrera política y del ejercicio de la abogacía. En la primera comenzó como activista democratacristiano organizando una huelga universitaria contra el régimen franquista. Le confinaron a un pueblo de Soria que acabó nombrándole Hijo Adoptivo. Fue luego protagonista de la Transición como miembro fundacional de UCD, y se cuenta que rechazó ministerios y puestos relevantes en la judicatura para seguir siendo profesor y abogado. “Los mejores abogados son los que ejercen práctica docente”, asegura, y pone como ejemplo el caso de la rotura de la presa minera de Aznalcóllar, un vertido que causó un desastre medioambiental, “con numerosas empresas implicadas, grandes cifras millonarias en multas e indemnizaciones, un caso que, decían, solo puede solucionar el bufete de Oscar Alzaga”.


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Infatigable intelectualmente, pocos meses antes de que la pandemia nos aislara a todos, a mediados de 2019, presentaba “Escritos de Derecho de Partidos”, un libro de recopilación y traducción de artículos del profesor Martin Morlok, catedrático emérito de la Universidad Heinrich Heine Düsseldorf. En un intérvalo entre dos olas de Covid 19, a finales de 2021, publicaba y presentaba La Conquista de la Transición (1960- 1978) Memorias documentadas, 500 páginas de documentación sobre la Historia de la que fue y es protagonista. Esto nos contaba el profesor poco antes de hacer efectiva su donación.

Mairal estuvo acompañado en la recepción de la donación por la vicerrectora Primera, Rosa Máría Martín Aranda, la vicerrectora de Economía, Amelia Pérez Zabaleta y la Secretaria General Rebeca de Juan. También participaron en el acto Ana Loreto Mohíno Manrique, decana de la facultad de Derecho; Alfredo Albaizar, director de la Fundación UNED, Jorge Alguacil, vicesecretario general y Fernando Reviriego, profesor de la Facultad de Derecho.


Esto nos contaba el profesor Alzaga Villaamil poco antes de hacer efectiva su donación

-La Fundación UNED acaba de recibir títulos bursátiles valorados en ciento noventa y ocho mil euros, destinados a asegurar el futuro de Teoría y Realidad Constitucional, revista semestral que fundó Oscar Alzaga Villaamil hace más de veinte años y que hoy ocupa el primer lugar entre las publicaciones en castellano de los principales rankings internacionales. ¿Es este el proyecto más querido del donante en su amplia trayectoria docente?

-Las características de nuestra querida UNED contribuyen a que sus profesores tengamos tiempo para el estudio y la investigación, así como para escribir en revistas científicas y, si lo consideramos necesario, para fundar alguna publicación que contribuya a enriquecer nuestro escenario científico. Hace muchos años yo fundé en la UNED la revista de Derecho Político, que tras unos conflictos internos en mi Departamento de Derecho Constitucional, que me obligaron a solicitar la protección de los tribunales que sentenciaron a mi favor, se dividió el Departamento quedando tal revista allí. Seguidamente fundé en nuestro nuevo Departamento la revista Teoría y Realidad Constitucional, a la que dediqué, junto con los demás profesores del Departamento, mis mejores esfuerzos para ubicarla en la cabecera de las publicaciones científicas sobre la materia. Fue muy grato para todos nosotros comprobar que nos pedían escribir en sus páginas prestigiosos colegas de importantes universidades europeas y americanas.


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-Su donación ha generado aplausos y parabienes de toda la comunidad universitaria, ¿los buscaba o su donación tenía otros objetivos?

-Naturalmente solo me he propuesto ayudar a que los buenos profesores del Departamento que actualmente dirigen esta publicación científica, puedan seguir haciéndolo. Si tienes posibilidades de hacer una donación de estas características, creo que tienes el deber ético de llevarla a cabo.


-Ser maestro de maestros no ha sido su única profesión, también estuvo en política y ejerció la abogacía, ¿cómo combinar las tres vocaciones?

- Es cierto que ya de estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense me comprometí con el movimiento estudiantil de la oposición democrática, fundé la llamada “Unión de Estudiantes Demócratas”, de orientación democristiana y fui elegido Delegado de los estudiantes de la Facultad. Así asumí una primera representación, que me llevó a tener que propiciar en la Cámara de Facultad nuestra solidaridad con el catedrático de Economía Política, D. Jesús Prados Arrarte al que se le incoó por el Gobierno un expediente para privarle de la cátedra por haber acudido al Congreso de Múnich. Los estudiantes logramos una solidaridad compacta de alumnos y profesores con aquel buen catedrático al que le salvamos su cátedra, como expongo detalladamente en mi reciente libro “La conquista de la Transición”.

Pero aunque seguí militando en la oposición democrática al franquismo y después fui Diputado de UCD durante largos años, siempre tuve claro que estaba en política por un deber ético y no por vocación. Renuncié a ser ministro las cinco veces en que se me ofreció por los presidentes Suárez y Calvo Sotelo, declinando después los ofrecimientos de formar parte del Tribunal Constitucional o presidir el Consejo de Estado. Preferí ser un buen profesional del Derecho como profesor y como abogado en ejercicio, hasta que cumplidos los sesenta y cinco años dejé la abogacía para centrarme en la cátedra.


-La política, la docencia, la abogacía… ¿Cuál de estos oficios le ha reportado más alegrías y cuál más sinsabores?

-El compromiso con la oposición democrática fue un deber que asumimos muchos españoles que no teníamos vocación política, pero éramos conscientes de que debíamos poner fin a una dictadura que impedía a la ciudadanía gozar de sus derechos y libertades y que cerraba las puertas a nuestra comunidad para su incorporación a Europa. Pero como profesión este jurista pensó siempre en que deseaba dedicarse al Derecho y en aquella época los buenos profesores con frecuencia simultaneaban el estudio de la ciencia jurídica en abstracto y el que se hace en la práctica procesal para defender lo mejor posible al cliente que lo merece. El estudio teórico y práctico del Derecho son muy complementarios y estoy muy satisfecho de haber podido sumar ambas experiencias, a la par que no entiendo los cambios legislativos que en la valoración del profesorado se han introducido, en el ámbito de la ANECA, para dificultar y prácticamente impedir que un profesor que quiera hacer una brillante carrera académica pueda a la vez ponerse la toga para informar ante el Tribunal Supremo, el Tribunal Constitucional u otros órganos jurisdiccionales. El estudio del Derecho y la práctica procesal las compatibilicé de un modo muy grato, del que para nada me arrepiento, pues fue una forma de tener una visión muy completa y realista de nuestro ordenamiento jurídico. Cuando ya, al ir cumpliendo años, mis fuerzas iban reduciéndose de forma natural hube de tomar la decisión lógica de centrarme en mi cátedra, pero creo que hice muy bien en no anticipar tal decisión.

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Aida Fernández Vázquez
Edición web: Rafael Carretero del Puerto

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