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Madrid, 19 de abril de 2022




La dictadura de Salazar llegó a censurar 41 reportajes del NO-DO español, descubre una investigación publicada en la mejor revista portuguesa de Historia

La profesora Josefina Martínez Álvarez, del Departamento de Historia Contemporánea de la UNED, firma el artículo La censura portuguesa sobre el NO-DO 1949-1977, que ha sido publicado en la prestigiosa revista LER história, la mejor indexada de todas las revistas lusas especializadas en Historia.

La sombra de la censura durante la dictadura de Salazar en Portugal era alargada y alcanzaba al NO-DO español. Así lo constata una investigación de Josefina Martínez Álvares, profesora del Departamento de Historia Contemporánea de la UNED y especialista en enseñanza de la historia a través del cine. El artículo forma parte del dossier temático La censura en el cine en las dictaduras ibéricas, organizado por Ana Bela Morais.

La censura portuguesa sobre el NO-DO 1949-1977 analiza las similitudes ideológicas y políticas de ambas dictaduras, la de Franco y la de Salazar, a través de los contenidos y el tratamiento de los 1.500 números que se enviaron hasta 1977.

Para la investigación, se ha contrastado la documentación conservada en la Filmoteca Española y los expedientes de calificación de películas del Arquivo Nacional da Torre do Tombo para conocer la posición de ambas dictaduras ante los acontecimientos mundiales, según la selección de temas realizada en España y los recortes hechos para su exhibición en Portugal.

Las 41 noticias censuradas se referían a los procesos independentistas ultramarinos, los avances del comunismo, la moralidad de los jóvenes, así como a otros asuntos que pudieran socavar los principios del Estado Novo.

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Con todo el rigor científico de un artículo de esta categoría, la autora desgrana historias y casos de censura que parecen absurdos a ojos de un consumidor contemporáneo de información.

La investigación constata que hasta mediados de octubre de 1936 no se proyectó un solo fotograma en las pantallas portuguesas que mostrara lo que ocurría en la vecina España. Después, y bajo las indicaciones del Serviço da Inspecção-Geral dos Espectáculos, solo se permitieron proyectar imágenes propicias a los triunfos franquistas. “Durante toda la guerra, Franco, además de poseer una retaguardia segura, también obtuvo una inestimable ayuda en el campo de la propaganda cinematográfica. Al quedar los laboratorios y la mayoría de los equipos españoles en zona republicana, los sublevados tuvieron que pedir ayuda a Berlín, a Roma y a Lisboa”, cuenta el artículo.

Salazar veía como una grave amenaza que en España se instaurara un Gobierno democrático, por lo que no dudó en convertirse en un gran aliado de la propaganda franquista. “Durante toda la guerra, la propaganda salazarista insistió en dos principios básicos: por un lado, el ya clásico peligro español para la independencia lusa, la República iberista española suponía un riesgo de posible invasión y, por otro, se reforzó el sentimiento de cruzada ibérica en defensa de la cristiandad para consolidar la identificación con los principios anticomunistas del fascismo español. Estas consignas fueron difundidas por pueblos y aldeas gracias al Cinema Popular Ambulante (Pena 2009, 297). Su fin era moldear la conducta y el pensamiento de la sociedad portuguesa a través de la llamada Política do espírito. El discurso era sencillo: el comunismo internacional que amenazaba al país vecino también ponía en peligro la paz nacional”, señala la investigación.

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Más de un millón de metros de película

El NO-DO había nacido en España en 1943 y, a finales de la década, había adquirido experiencia en las pantallas nacionales e internacionales; ya en 1950 suministraba noticias a unas cuarenta organizaciones diferentes de todo el mundo. De hecho, entre 1943 y 1961 se expidieron más de un millón de metros de película con noticias propias. Entre las piezas más demandadas de ese 1950, según la investigación, figuraban el Desfile de la Victoria, la boda de Carmencita Franco y un partido de fútbol entre España y Portugal para la clasificación en el Mundial.

Joaquim Brás Ribeiro Belga (1913-1972) fue quien se ocupó del NO-DO en Portugal. Gracias a su productora, distribuidora y exhibidora, Doperfilme, se solventaron las trabas administrativas. Con el beneplácito del Gobierno se enviaron a Lisboa 1.500 números del Noticiario que, en su mayoría, abría las sesiones de una de las salas más emblemáticas de Lisboa, el teatro Politeama. Respecto a los contenidos, la investigación señala que en los cinco primeros años, desde 1949 a 1954, cada número presentaba entre cinco y siete noticias, de las que un 40% aproximadamente procedían de la Universal, un 25% se referían a temas de Portugal y el 35% restante incluía informaciones de España y del resto del mundo.

“Así pues, la redacción del NO-DO, como la de cualquier noticiario, ya aplicaba un triple filtro, primero al seleccionar las informaciones; después, al extraer ciertas imágenes y, finalmente, al redactar la locución que las acompañaba. Hay que añadir que cada productor solía evitar los temas políticos controvertidos, excepto cuando eran de gran interés y exigían un posicionamiento ideológico acorde con su empresa y su propio Gobierno”, escribe la autora del artículo.

La censura se dividía en tres grandes bloques. En el primero, el político, se encuadraban aquellas noticias relativas a los cambios de Gobierno en algunos países por golpes de estado militares, las relacionadas con la independencia de las colonias, las manifestaciones públicas contrarias a los gobiernos establecidos, las huelgas y disturbios, la lucha contra el comunismo, las relaciones con Rusia, el enfoque diferente de las relaciones Portugal-España y el reconocimiento de líderes independentistas en las colonias.

El segundo bloque se centraba en los temas sociales y culturales. “Las nuevas modas, que podrían ser imitadas por los jóvenes, los cambios en la condición de las mujeres y el desprecio por la cultura tradicional”, destaca el artículo. El tercer se relacionaba con la disparidad de criterios en cuanto a la diferente legislación sobre la violencia. “En Portugal, aquellas crónicas que incluían imágenes de cadáveres y mutilaciones, de errores médicos con resultados de malformaciones o que atentaban contra la vida, y la brutalidad deportiva o el maltrato animal se prohibieron, al ser más estrictos que en España”.

Las posturas geopolíticas de ambas dictaduras no siempre coincidían, por eso la censura se diferenciaba entre un país y otro. Un ejemplo fue la prohibición en Portugal de un reportaje sobre el encuentro entre Hassan II y Franco en el aeropuerto de Barajas el 6 de julio de 1963. “Para España la visita era importante. Desde 1956, al iniciarse el proceso descolonizador del protectorado español en Marruecos, se produjeron grandes desacuerdos por los territorios que uno y otro país consideraban propios. Ahora, en 1963, se presentaba una buena ocasión para acabar con las discrepancias, puesto que Hassan II necesitaba de España para hacer frente a la nueva Argelia independiente y a la propia oposición interna izquierdista y nacionalista. La ideología del régimen franquista, reflejada en el NO-DO, difiere pues de la portuguesa. España aceptaba su débil situación y se alineaba con el resto de Europa y los países africanos para primar su interés por adquirir una presencia en el concierto de las naciones. Portugal se resistía a aceptar este desgajamiento de sus provincias ultramarinas y evitaba el que se mostrara en sus salas de cine”, explica la autora en el artículo.

La censura a todo lo que venía de Rusia o del bloque comunista tampoco era la misma. “En 1967 se ordenó ‘cortar las rúbricas relativas a Rusia’. Se trataba de un reportaje sobre las escuelas de danza moscovitas, las coreografías allí diseñadas y las nuevas formas de interpretación. El SNI no concedía ningún espacio informativo a nada que viniese del otro lado del llamado Telón de Acero. En este aspecto, existía cierta diferencia con España, que poseía una peculiar tradición desde 1916, cuando se presentaron los ballets rusos en el teatro Real de Madrid. Las actuaciones musicales eran de las pocas referencias amables soviéticas recogidas por el NO-DO. En 1966, el noticiario publicó la entrega a Antonio, el bailarín, de la condecoración otorgada por la Academia de Danza de Moscú. También mostró el triunfo de la bailaora Lucero Tena en Moscú. Estas exhibiciones formaban parte del discurso del Régimen: el gusto extranjero por la cultura española. En Portugal, hasta 1971 no se aceptarán reportajes sobre Rusia”, asegura la investigación.

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Josefina Martínez

Sin Beatles ni Rolling Stones

La ética y la moral era otra obsesión que marcaba la censura del régimen de Salazar bajo la excusa de que había que “proteger a la juventud portuguesa”. Nada relacionado con las libertades y las modas extranjeras se exhibía en el Jornal. “El primer reportaje eliminado fue en 1953 dedicado al fútbol femenino, o sobre la elección de Miss Cinema 60 en Italia. La locución desagradó bastante a la Comisión al hablar de “bellezas malcriadas”, alejadas de la maternidad y del hogar. En 1965, también se prohibió una crónica sobre la Colonia El Patriarca de Madrid, donde los hombres por un día realizaban las tareas domésticas. El temor al mimetismo de los jóvenes eliminó el viaje de los Beatles a Nueva York en 1964 y el concierto de los Rolling Stones en Münster (Alemania) al año siguiente. Si los “extravagantes cantantes de Liverpool” no resultaron aceptables para el SNI, menos aún el histerismo desencadenado por “sus imitadores”, los Rolling Stones. Evidentemente, cuando los Beatles dieron un concierto en la plaza de las Ventas de Madrid, no se mandó a Portugal. Pero en octubre de 1965, el enorme éxito de Mick Jagger no pudo ocultarse y NO-DO envió un reportaje con sus conciertos. Se montó una pieza bastante extensa y compleja, con muchísimo movimiento, empleando planos muy cortos. Los jerarcas lisboetas prohibieron su exhibición, como también lo hicieron ese mismo 1965 cuando se presentó otra reseña sobre un nuevo y convulsivo baile parisino, el “Bostellá”, en que los jóvenes se desmadejaban unos sobre otros en la pista”.

La investigación concluye que “más allá de una moral y una ética común, el gobierno español y el portugués mantenían ideas propias sobre lo que podían y debían ver sus ciudadanos”. A partir de 1949 se conjugaron una serie de elementos que hicieron posible la creación de un informativo cinematográfico específico para Portugal, realizado en Madrid con imágenes seleccionadas del NO-DO sobre el propio Portugal, España y el resto del mundo. “En definitiva, las diferencias entre la censura de una dictadura a otra se manifestaron en 41 reportajes suprimidos en un total de 1.500. España y Portugal tenían más elementos comunes de los que cabía suponer. Y en estos casos el SNI actuó, una vez más, como mano secular del Estado Novo que, de forma coercitiva, impedía a sus ciudadanos asomarse a un mundo cambiante al que, sin embargo, tendría que dar la bienvenida súbitamente en abril de 1974”, concluye el artículo.

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