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PSICOBIOLOGÍA DEL ESTRÉS Y LA MEMORIA

Cod.22202332
PRESENTACIÓN

 

            Hoy en día numerosos estudios de investigación básica y clínica ponen de manifiesto que el estrés puede afectar de forma drástica el funcionamiento cognitivo de los individuos. Más aún, en determinadas situaciones, dicho deterioro cognitivo es debido al daño neural que el estrés puede producir en el cerebro. Es importante indicar que existe una diferente susceptibilidad en los sujetos a sufrir un daño cognitivo y cerebral ante la exposición repetida a situaciones estresantes. Frente a individuos más vulnerables, se ha podido constatar que otros son ampliamente resistentes a sufrir este tipo de deterioros. Así pues, un objetivo fundamental de este curso será conocer los factores fisiológicos y psicológicos que determinan la diferente susceptibilidad de los individuos ante el estrés. Más aún, comprender cuáles son los últimos avances en el estudio de los mecanismos psicobiológicos a través de los cuales el estrés puede producir daño neural y deterioro cognitivo permitirá al alumno entender cuáles serán las nuevas estrategias terapéuticas a desarrollar en el futuro para prevenir el efecto deletéreo del estrés sobre la función cognitiva.  

             Desde un punto de vista evolutivo, las respuestas fisiológicas iniciales son adaptativas a situaciones estresantes transitorias y, por tanto, beneficiosas para la homeostasis orgánica y la supervivencia de la especie desde un punto de vista filogenético. No obstante, el estrés crónico puede resultar en muchos casos en respuestas inapropiadas y perjudiciales para la salud de los animales y el hombre.

            En lo que a la especie humana actual se refiere, las alteraciones y desórdenes homeostáticos neuroendocrinos que se producen a nivel periférico glandular y cerebral son, si no resultado directo de la constante exposición a diversos factores estresantes, sí están estrechamente vinculados con el sometimiento a situaciones de estrés exacerbado y mantenido durante periodos prolongados en el tiempo (laboral, enfermedad, traumatismos, violaciones, desamparo afectivo, etc…) y, lo que es más importante, con la inducción y desencadenamiento constatado de gran parte de los trastornos físicos y psíquicos mencionados con anterioridad. Además, tales desórdenes neuroendocrinos, en especial los relativos a los glucocorticoides, directamente involucrados en la respuesta de estrés, pueden afectar patológicamente,  y de manera primordial, al equilibrio funcional de los sistemas de neurotransmisión cerebral, lo cual puede terminar produciendo a nivel cerebral alteraciones esenciales de naturaleza neuroquímica, estructural y funcional.

            Los esteroides neuroactivos, también denominados neuroesteroides cuando se trata de esteroides de origen  central, no periférico, son responsables de la modulación de dichos sistemas de neurotransmisión y desempeñan un papel relevante, en gran medida decisivo, en la comunicación y regulación neurales, especialmente en situaciones de desequilibrio emocional y/o afectivo asociadas a situaciones de ansiedad o estrés crónico. Como consecuencia de este tipo de situaciones se producen desajustes en las concentraciones cerebrales de estos neuroesteroides que, a su vez, pueden modificar la función neural normal; así como la disminución en la eficacia del sistema inmunitario, en gran medida dependiente del control neuroendocrino. Dichos cambios, en mayor o menor medida determinados por factores específicos de vulnerabilidad genética y ambiental, generan una cascada de acontecimientos neuroquímicos y estructurales que representan el sustrato biológico del desarrollo de síntomas y desórdenes fisiológicos anómalos; y que conducen a la manifestación de alteraciones cognitivas y emocionales, contribuyendo en definitiva, si persisten de forma continuada, al desencadenamiento de trastornos psicosomáticos y /o psicopatológicos de diversa índole.

            El  desequilibrio neuroendocrino al que se hace referencia lleva asociado, en los relativo a las sustancias neuroactivas (glucocorticoides y neuroesteroides), por sus múltiples mecanismos de acción, un papel regulador activo en los procesos de envejecimiento y neurodegeneración, así como en procesos de plasticidad neural en respuesta al daño neural de naturaleza diversa. Así pues, ante situaciones de degeneración neural,  los neuroesteroides parecen estar involucrados en procesos de regeneración neural y neurogénesis, asociados a cambios morfológicos y neuroquímicos relacionados con  la prevención de la neurodegeneración. Algunos de estos agentes neuroactivos modulan el crecimiento y mantenimiento de las poblaciones neuronales, afectando a los procesos de neurogénesis, diferenciación, maduración  y sinaptogénesis de las células nerviosas en períodos tempranos del desarrollo neural; mientras que otros parecen estar involucrados en procesos de deterioro y degeneración neuronal, incluso durante el período adulto. Y, aunque la mortalidad neuronal es un fenómeno natural en el desarrollo normal del sistema nervioso durante el ciclo vital de los individuos, preprogramado genéticamente como sistema regulador de las poblaciones neurales,  también la atrofia y la muerte neuronales se producen en las enfermedades neurodegenerativas y neuropsiquiátricas. Precisamente, en el  desencadenamiento y desarrollo de estas enfermedades se conoce que el estrés, los neuroesteroides y algunos agentes neurotóxicos relacionados son factores moduladores determinantes, en tanto que afectan a la regulación de los sistemas de neurotransmisión. La función moduladora –preventiva o potencidadora de los procesos neurodegenerativos- de estos factores afecta también, en consecuencia, a los procesos emocionales y a los de la atención y la memoria.

              Es por ello que, en este marco de investigación reciente, se comienza a perfilar una estrecha conexión entre los cambios cerebrales y plasmáticos de determinados esteroides neuroactivos y las alteraciones cognitivas y emocionales propias de los procesos degenerativos del envejecimiento normal y patológico, que pueden ser agravados por el estrés. Los resultados y conclusiones más relevantes de los que se dispone en la actualidad –derivados de observaciones empíricas en humanos y de estudios con modelos animales- son expuestos en el presente curso desde una perspectiva  psicobiológica; con especial atención a la potencial capacidad de los neuroesteroides como predictores biológicos de los trastornos degenerativos que cursan con déficits de memoria asociados a situaciones de estrés, ansiedad crónica y depresión. La detección de niveles hormonales como estrategia de actuación preventiva, y presumiblemente terapéutica desde un punto de vista psicofarmacológico, parece configurarse en la actualidad como una  posible tentativa nada despreciable en casos de envejecimiento precoz y en enfermedades neurodegenerativas relacionadas.