El espíritu emprendedor (entrepreneurship) se considera el motor de la innovación, la competitividad, la creación de empleo y el crecimiento económico. Como se señala en el Libro Verde sobre el espíritu emprendedor (Comisión de las Comunidades Europeas, 2003), el autoempleo es capaz de convertir nuevas ideas innovadoras en empresas de éxito y además facilita la inserción de los grupos más desfavorecidos en el mercado laboral. Sin embargo, datos recientes señalan que España, al igual que ocurre en Europa, no aprovecha suficientemente su potencial emprendedor (Cámaras de Comercio y Fundación INCYDE, 2003; Coduras y Justo, 2003).

Actualmente, en Europa existe una conciencia creciente de que emprender es una capacidad básica que se ha de inculcar mediante el aprendizaje permanente (Comisión Europea, 2002b). Así, el Consejo Europeo de Lisboa del año 2000 establece entre las necesidades más destacadas el estrechamiento de los lazos entre las empresas y los sistemas educativos, y el desarrollo del espíritu emprendedor mediante los sistemas educativos y de formación. En este contexto se reconoce explícitamente la necesidad de superar los  acercamientos puramente económicos o empreses, y estudiar las variables psicológicas y sociales que impulsan el desarrollo de la conducta emprendedora y la creación de empresas.