A la hora de enfrentarnos al estudio de la Historia podemos comprobar que el conjunto de acontecimientos a tener en consideración es muy relevante y difícilmente abarcable por un sólo investigador; ello comporta la necesidad de la parcelación de conocimientos, es decir, la necesidad de establecer unos límites cronológicos en los conocimientos históricos.
Es de sobra conocido que el término Antigüedad ha estado sujeto a debate y a modificaciones, sobre todo en lo relativo a su extensión cronológica y geográfica.
Todo lo expuesto hasta aquí nos lleva a afirmar que la Historia Antigua es el período de tiempo que comprende desde el inicio de una serie de fenómenos culturales y sociales (invención y aparición de la agricultura, paso a las sociedades urbanas, etc.) que tienen lugar hacia la mitad del IV milenio a.C. en el Próximo Oriente, desde donde se extienden a otras regiones, hasta finales del siglo VI de nuestra era.
En definitiva se trataría de un proceso rectilíneo e irreversible en su desarrollo, cuyo objeto se centra en los sucesos humanos encuadrados en el marco cronológico apuntado y caracterizado por el esfuerzo en formar en diferentes ámbitos geográficos civilizaciones florecientes.
Ni que decir tiene que el proceso histórico de la Edad Antigua se nos presenta unas veces como sucesión, otras como aparición conjunta o también como superposiciones de las civilizaciones antedichas.
El historiador de la Antigüedad ha de hacer frente a numerosas dificultades y se ve obligado a realizar numerosas conjeturas provocadas por la parquedad de las fuentes y la carencia de los suficientes medios auxiliares.
Un problema añadido es la extremada amplitud temporal de la Historia Antigua, a lo que se une la gran diversidad cultural de las distintas civilizaciones que se suceden en el ámbito cronológico de la Antigüedad. Hemos de señalar, que la metodología histórica que se debe emplear para el estudio de las civilizaciones del Próximo Oriente y Egipto es totalmente diferente a la que podemos aplicar a la denominada Antigüedad Clásica (Grecia y Roma), y esto es algo que se debe tener siempre presente a la hora de enfrentarse a esta asignatura.
El Grado en Historia del Ate de la UNED pretende proporcionar al alumnado conocimientos racionales y críticos de la producción artística a lo largo de la Historia y de su manifestación en distintas culturas así como preparar al alumno en una formación específica en diferentes campos, funciones y actividades propias del historiador del arte. Dentro de esta formación específica se encuadra la formación histórica. La asignatura Historia Antigua se imparte en el primer semestre del Grado en Historia del Arte, siendo una de las asignaturas de formación básica, de 6 créditos ECTS, y el órgano responsable de la docencia de esta asignatura es el Departamento de Historia Antigua.
Su finalidad es proporcionar el marco cronológico y cultural sin el cual no sería posible entender los procesos artísticos que se desarrollaron en la Antigüedad. Se relaciona directamente con al menos cuatro asignaturas, una de formación básica, Iconografía y Mitología, del segundo semestre de primer curso; dos obligatorias: Historia del arte antiguo en Egipto y Próximo Oriente, del primer semestre de primer curso e Historia del Arte Clásico en la Antigüedad, del segundo semestre de primer curso; y una optativa, Cultura grecolatina del primer semestre de cuarto curso.
