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Estudiantes que habrán de trabajar en ese país de economía emergente se acomodan en grupos, en solitario o en parejas, que se sientan en los jardines del Centro Cultural de España en Malabo donde se encuentran las dependencias de la UNED y desde donde a veces, consiguen la anhelada conexión a internet y al mundo. Conocen las corrientes de aire que se hacen en las esquinas de los corredores a la fresca de la tarde, repiten el ritual de hablar sin mirarse, entrechocan las manos al cruzarse y un chico le dice a una chica “estudias últimamente, qué bien”. Y sonríen. En cada una de las celebraciones, estudiantes, autoridades, trabajadores, nos rodean, esperan pacientes, preguntan curiosos, agradecidos, felices, en un homenaje que son ellos, los verdaderos protagonistas, quienes lo merecen. Y sonríen. Si, sonríen siempre.
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