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En esta sociedad de contrates los estudiantes, casi en su mayoría hombres –tan solo un 18% son mujeres-, se aplican por aprender un mundo donde las nuevas tecnologías se hacen hueco en forma de móvil en cada uno de sus bolsillos, mientras el acceso a internet es intentado y recibido al capricho de conexiones precarias.


Cuando el Rector Juan A. Gimeno, felicita al personal y trabajadores de los Centros de la UNED en Bata y Malabo, con Antonio Manso en la dirección de los últimos años, pregunta a las autoridades educativas qué podemos hacer desde la UNED para ser más útiles, además de acudir a formar profesores para mostrarles herramientas con las que transmitir conocimientos, conseguir una conexión rápida y constante a Internet es una demanda que se repite.





Estudiantes que habrán de trabajar en ese país de economía emergente se acomodan en grupos, en solitario o en parejas, que se sientan en los jardines del Centro Cultural de España en Malabo donde se encuentran las dependencias de la UNED y desde donde a veces, consiguen la anhelada conexión a internet y al mundo. Conocen las corrientes de aire que se hacen en las esquinas de los corredores a la fresca de la tarde, repiten el ritual de hablar sin mirarse, entrechocan las manos al cruzarse y un chico le dice a una chica “estudias últimamente, qué bien”. Y sonríen. En cada una de las celebraciones, estudiantes, autoridades, trabajadores, nos rodean, esperan pacientes, preguntan curiosos, agradecidos, felices, en un homenaje que son ellos, los verdaderos protagonistas, quienes lo merecen. Y sonríen. Si, sonríen siempre.

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