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Madrid, 22 de octubre de 2014



Los cuentos que nunca nos contaron

Las I Jornadas Internacionales Tomo la palabra. Mujeres, voz y narración oral han acogido a numerosos expertos que han analizado el mundo de la oralidad femenina desde un punto de vista multidisciplinar



Helena Guzmán y Marina Sanfilippo

Helena Guzmán (izda.) y Marina Sanfilippo, directoras de las jornadas

El Salón de Actos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED ha sido el escenario en el que, a lo largo de los días 20 y 21 de octubre, expertos nacionales e internacionales han debatido sobre el papel que ha desempeñado y desempeña la mujer en la tradición oral. Procedentes de distintas universidades españolas y europeas, así como de diversas asociaciones de narradores y narradoras, y dirigidos por Marina Sanfilippo y Helena Guzmán, profesoras de la Facultad de Filología de la UNED, han tratado de desentrañar las características del “narrar en femenino”. El objetivo, entre otros, era ayudar a las mujeres a encontrar “menos dificultades a la hora de elaborar formas de expresión propias y estrategias útiles en distintos contextos”, tal y como expresa Marina Sanfilippo.


Uno de los aspectos que se analizaron durante el encuentro fue el papel que la mujer ha jugado en los cuentos tradicionales, considerados habitualmente “conservadores”. Carme Oriol, catedrática de la Universitat Rovira i Virgili, cuestionó este punto de partida pues, tal y como afirmó, “la tradición oral no es conservadora o no en sí misma. Hay narradoras conservadoras, liberales, tradicionales… en la sociedad hay de todo y, por lo tanto, hay de todo también en la tradición oral”. De lo que hay que preocuparse, según la experta, no es de dicha catalogación, sino “de la recopilación que hace el folklorista y de su posible manipulación”.

Y es que la selección que se ha hecho a lo largo de la historia ha determinado el rol de heroína conocido hasta la fecha. Para ilustrarlo, Oriol embaucó a la audiencia dándole la vuelta a la historia, contando los cuentos que nunca nos contaron a las mujeres y presentando una Caperucita Roja activa e inteligente, una Cenicienta que se enfrenta a la madre del príncipe para conseguir sus propios objetivos y una bella Blancanieves que no espera que nadie la saque de sus apuros.


Heroínas de verdad


Estas versiones de los cuentos no son un invento actual, coexistieron con las más conocidas, pero los recopiladores optaron por las que nos han llegado de forma general. La historia de Caperucita Roja que los Hermanos Grimm desarrollaron, que a su vez recogieron de Perrault y a la que cambiaron el trágico final por el de Los siete cabritillos y el lobo, incluía en algunas de las ediciones un final distinto en forma de “apéndice”, una especie de nota a pie de página que comenzaba afirmando “Se dice también que…” y que a continuación relataba un segundo encuentro entre la protagonista y el lobo quien, de nuevo, intentaba embaucarla para comérsela. Sin embargo, en esta ocasión Caperucita no es ingenua y va directa a casa de su abuelita, a quien le cuenta las perversas intenciones del animal. La abuela, que también actúa de forma precavida e inteligente, protege a su nieta en la casa y, entre las dos, urden un astuto plan que finaliza con el lobo ahogado en una artesa llena de agua con hervido de salchichas.

También Cenicienta ha ocupado lugares más destacados en el relato de su propia historia. Conocida mayoritariamente por las versiones de Perrault y de Walt Disney, en una de las versiones relegadas a un segundo lugar la joven no acude a un baile, sino a tres, y en cada uno de ellos recibe un regalo del príncipe: unos pendientes, un brazalete y una diadema. El príncipe le promete su amor pero, misteriosamente, pierde la memoria después del episodio del zapato de cristal y Cenicienta, ni corta ni perezosa, se escapa del lugar del que sólo recibe desprecio y maltrato por parte de sus hermanastras y consigue entrar a servir en el palacio. Una vez allí, y aprovechando que el príncipe ha caído enfermo, le prepara una rica sopa. La madre del joven le dice que ella misma será la encargada de hacérsela llegar, pero Cenicienta se enfrenta a la mujer y consigue llevarle el caldo a su amado, introduciendo en él las joyas que él le había entregado en prenda. Finalmente, una noche consigue colarse en sus aposentos y, utilizando esos regalos, consigue que el apuesto caballero recupere la memoria y se case con ella.



Carme Oriol

Carme Oriol

Público




La bella Blancanieves no podía ser menos y, en el relato presentado en la ponencia de Oriol, hasta la madrastra pierde categoría y pasa de reina a hostelera. El espejo mágico al que la malvada mujer preguntaba quién era la más bella del reino en la versión de los Hermanos Grimm no existe, y son los huéspedes del hostal quienes se encargan de enfrentar a la posadera a la temible verdad: su hijastra es infinitamente más guapa que ella. Obligada a abandonar el hostal, Blancanieves es recluida en una cueva de ladrones, lejos de los adorables enanitos a los que la protagonista colmaba de atenciones domésticas, hasta que, empleando su inteligencia y sus propios recursos, consigue salir de su particular prisión.


¿Nos aplicamos el cuento?



Marina Sanfilippo, directora de las jornadas, reflexionó sobre qué ha podido pasar para que la historia de la narración oral nos haya situado en este lugar: “Como las mujeres estamos muy pendientes del otro, sólo vemos papeles femeninos más activos, pícaros o inteligentes cuando encontramos cuentos contados por mujeres, sobre mujeres y entre mujeres. Antiguamente, cuando la mujer –analfabeta- narraba una historia a un hombre –culto- sólo buscaba agradar”.

Hoy en día no parece que el cuento haya cambiado mucho. “Todo lo que hace una mujer en un escenario”, continúa Sanfilippo, “se ve de manera distinta a lo que hace un hombre. No hay más que pensar, por ejemplo, en cuántos monologuistas desaliñados se suben a un escenario a contar sus historias. La mujer, sin embargo, debe cuidar cada detalle de su aspecto y de su relato. Imaginémonos por un momento que se trata de un relato erótico… todo cambia en función del género del narrador”.

Para la experta, salir de esta situación es fácil: “Sólo tenemos que saber cuáles son las expectativas… y romperlas”.



Inauguracion Jornadas

Inauguración de las jornadas. De izda. a dcha.: Helena Guzmán, codirectora; Antonio Moreno, decano de la Facultad de Filología de la UNED; Ricardo Mairal, vicerrector de Investigación de la UNED; Teresa San Segundo, directora del Centro de Estudios de Género de la UNED, y Marina Sanfilippo, directora de las jornadas



Enlaces de interés:


Página web de las jornadas
Centro de Estudios de Género de la UNED
Más información

Itziar Romera

Fotos: José Rodríguez

Edición web: Elena Lobato

Comunicación UNED