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Madrid, 21 de enero de 2016




El IMI-ENS inaugura su ciclo de seminarios con una conferencia sobre contaminación atmosférica y salud

El Instituto Mixto de Investigación-Escuela Nacional de Sanidad es fruto de un convenio entre el Instituto de Salud Carlos III y la UNED y tiene como objetivo promover la formación y la investigación conjunta entre ambas instituciones en torno a temas relacionados con la salud


El vicerrector de Investigación y Transferencia de la UNED, Ricardo Mairal; la directora de la Escuela Nacional de Sanidad y directora del IMI-ENS, Pilar Aparicio; la subdirectora general de Terapia Celular y Medicina Regenerativa del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), Victoria Ureña, y la adjunta a la Dirección del IMI-ENS por parte de la UNED, Paloma Collado, han sido los encargados de presentar hoy, junto al decano de la Facultad de Psicología de la UNED y anfitrión del acto, Miguel Ángel Santed, los Encuentros de Investigación del IMI-ENS. Se trata de la primera acción formativa que desarrolla este nuevo instituto, que surgió fruto del convenio de colaboración entre la UNED y el ISCIII con el objetivo de favorecer la investigación interdisciplinar en torno a temas relacionados con la salud. Los encuentros nacen con la intención de celebrarse de forma mensual y con la participación de al menos un representante de cada institución. En esta primera ocasión, el tema abordado ha sido la relación entre la contaminación atmosférica y la salud más allá de los problemas respiratorios.


Paloma Collado, Miguel Ángel Santed, Ricardo Mairal, Victoria Ureña, Julio Díaz, Pilar Aparicio y Cristina Linares

De izda. a dcha.: Paloma Collado, Miguel Ángel Santed, Ricardo Mairal, Victoria Ureña, Julio Díaz, Pilar Aparicio y Cristina Linares


En su intervención, Paloma Collado ha señalado que la celebración de estos seminarios es sólo la primera de las diversas actividades que el IMI-ENS tiene previstas, y que pasan por un encuentro entre los integrantes de los 50 grupos de investigación que ya han mostrado su interés por adscribirse al instituto y la organización de un Curso de Verano.


Imagen sala


“Creemos”, ha señalado Collado, “que es muy importante favorecer el contacto personal entre nuestros investigadores, pues estos encuentros supondrán la puesta en marcha de muchas actividades conjuntas. En ellos, cada grupo expondrá las líneas en las que se encuentra trabajando actualmente y que son susceptibles de generar un punto de encuentro entre ambas instituciones”.


El resto de intervinientes ha coincidido en destacar la excelente oportunidad que supone la unión entre la UNED y el ISCIII a través de su Escuela Nacional de Sanidad (ENS). La directora de la misma y directora también del IMIENS, Pilar Aparicio, ha manifestado que “la UNED supone para nosotros la posibilidad de multiplicar nuestras investigaciones”, mientras que el vicerrector de Investigación y Transferencia de la UNED, Ricardo Mairal, ha expresado el “honor” que para la universidad supone contar con “un socio de tantísimo prestigio”, añadiendo que “hoy en día no tiene sentido iniciar proyectos de forma individual, pues la sociedad, más que nunca, reclama la unión institucional”.


La contaminación, una emergencia pública según la OMS


En este primer seminario han intervenido dos expertos en contaminación atmosférica y su relación con la salud: los investigadores Julio Díaz Jiménez, científico titular de la ENS, y Cristina Linares Gil, contratada Miguel Servet en la Escuela Nacional de Sanidad. Ambos forman parte de un equipo que trata de analizar la relación entre los factores ambientales habituales y la salud sobre todo en la ciudad de Madrid, en la que cuentan con “una excelente red de medida química y una unidad de contaminación acústica única en el mundo”, tal y como ha señalado Díaz.


El investigador ha comenzado su intervención destacando que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado la contaminación como “emergencia pública”. “La mortalidad anual por causas relacionadas con la contaminación es de 4’3 millones, la misma que provocan la malaria y el sida juntos”; “Y eso”, ha matizado el experto, “que sólo se tiene en consideración la contaminación química, no la acústica relacionada con el tráfico”.

Díaz ha expuesto en su intervención que la idea inicial que se mantenía era que “la contaminación sólo exacerbaba enfermedades ya existentes. Sin embargo, ahora ya sabemos que la contaminación es causa de, entre otras enfermedades, asma infantil y problemas vasculares”.


En la ciudad de Madrid, donde recientemente se han vivido situaciones de alerta por picos de contaminación, “los niveles son cada vez más bajos, pero hay partículas nuevas que estamos comprobando que son más peligrosas de lo que se pensaba”. Es el caso de las PM2’5 –partículas de diámetro menor de 2’5 micras-, emitidas “principalmente por vehículos con motor diésel y que, al ser más pequeñas que las más conocidas PM10 (partículas con diámetro menor de 10micras), pueden pasar de los bronquios a los bronquiolos y de ahí al torrente sanguíneo y el cerebro”. Estas partículas fueron consideradas en 2014 contaminantes de primer orden, “estableciendo en ese momento la relación directa entre la contaminación y el cáncer tal y como señala la propia OMS y reflejan numerosos estudios de todo el mundo”, ha indicado el experto, quien ha añadido además que “no hablamos de contaminación industrial, sino de contaminación química producida por el tráfico”.

Imagen público

Díaz ha enumerado una serie de trabajos de investigación en los que se demuestra la relación entre la contaminación y la diabetes, el párkinson e, incluso, los problemas de ansiedad.


En cuanto a la contaminación acústica, el investigador ha señalado que “ya no se limita al ámbito laboral y se relaciona con molestias tangibles como cefaleas, malestar general, etc., sino que se ha comprobado que está directamente relacionada con la hipertensión y la probabilidad de sufrir un infarto en cualquier entorno, no sólo en el laboral, tal y como demuestran estudios realizados en personas que viven cerca de algún aeropuerto”. Díaz ha ido más allá y ha asegurado que “el ruido puede matar”, apoyándose en un trabajo de 2014 que relaciona directamente el ruido con muertes por causas vasculares, respiratorias y diabetes.


Por su parte, Cristina Linares ha centrado su intervención en su área de especialización: la incidencia de la contaminación en la salud de la población infantil, un grupo especialmente vulnerable por “la inmadurez anatómica y funcional de los niños –el árbol respiratorio no se completa hasta los 6 años aproximadamente-, la mayor tasa de consumo energético-metabólico, que hace que inhalen más contaminación que los adultos, y el comportamiento social propio de ellos que los lleva a pasar más tiempo al aire libre”.


La experta ha ahondado en el problema expuesto por su compañero de equipo y ha asegurado que la contaminación ha sido la responsable del “incremento de casos de asma en niños de los últimos años”, del “aumento de riesgo de infecciones pulmonares” e incluso del “desarrollo de nuevas alergias y dermatitis” y está relacionada con la “reducción crónica de la capacidad pulmonar y el aumento del riesgo vascular”. Igualmente, a nivel internacional se han analizado los problemas que provoca en el desarrollo conductual y de aprendizaje en niños tanto la contaminación acústica como la química provocadas por el tráfico.



Efectos transplacentarios


La científica va más allá en su alerta respecto a los efectos de la contaminación en los menores y señala que ya se están viendo los efectos transplacentarios y sus consecuencias en el desarrollo fetal, que conlleva el incremento de nacimientos de niños prematuros, con bajo peso e incluso un aumento de la mortalidad fetal. Linares destacó en este sentido que, además de la gravedad implícita del hecho, es notable el “enorme gasto sanitario asociado a estos hechos, pues son niños que nacen ya incapacitados de por vida”.


En cuanto a la contaminación acústica, la ponente afirmó que “el ruido puede hacer que una embarazada se ponga de parto”, con todas las consecuencias que esto conlleva.


A pesar de todo, Linares quiso lanzar un mensaje positivo pues, según ella, el problema tiene solución, tal y como se ha demostrado en Pekín. “Hay un trabajo de simple observación”, relató la experta, “que demostró que, cuando se pusieron en marcha las medidas anti contaminación necesarias para conseguir las Olimpiadas, el peso de los bebés al nacer se incrementó 23 gramos de media”.


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Itziar Romera

Fotografías: José Rodríguez

Edición web: Elena Lobato

Comunicación UNED