La importancia de los problemas ambientales (ecológicos y sociales), y su repercusión en la calidad de vida de las personas, se hace cada vez más notoria ante la evidencia de problemas como el cambio climático, la extinción de especies, la urbanización creciente del planeta o la pobreza de las 4/5 partes de la humanidad. Gobiernos e instituciones internacionales llaman la atención sobre la urgencia de lograr un desarrollo sostenible.

Pero, además, asistimos a una nueva cultura de la salud que considera la realidad social humana inseparable de la realidad biológico-ecológica, con un sentido holístico que exige contemplar al hombre como una unidad integral. En este contexto, la educación para la salud  tiene como finalidad la mejora cualitativa de la vida humana. Ofrece una ayuda positiva a la persona en la gestión de su propia salud, y al mismo tiempo, promueve los cambios ambientales adecuados y el desarrollo de comportamientos que lleven hacia formas de vida mas saludables. 

Y, también, el movimiento conservacionista promueve la utilización responsable de los recursos y riquezas naturales. Al impulsar la sensibilización de la población en los valores de conservación tanto de la naturaleza y como de las comunidades locales, puede crear oportunidades económicas que contribuyan decisivamente al desarrollo sostenible de estas naciones y comunidades.