Aunque existe amplio consenso de la necesidad de establecer entes y mecanismos independientes o autónomos de evaluación, con la aspiración de lograr una mayor rentabilidad social de los proyectos y tomar mejores decisiones en materia de inversión de recursos, la realidad de la evaluación no está exenta de críticas y debilidades.
Las organizaciones internacionales, a las cuales pertenece España, recomiendan que los procesos evaluativos sean continuos y abarquen el diseño estratégico, la planificación operativa, las fases de implementación y los resultados de la intervención. Los fundamentos científicos y técnicos que respaldan esta evaluación continua son:
Determinación de los aspectos funcionales más positivos de una intervención.
Responder a la pregunta de porque no funciona una intervención, o un aspecto de la misma, y establecer las correcciones pertinentes.
Hacer efectivo la rendición de cuentas de los responsables de las intervenciones, programas e iniciativas sociales.
Optimizar los recursos materiales, humanos y los plazos destinados a la intervención.