Nada más dar posesión a mi primer Equipo de Gobierno (3 de
mayo de 1995), tuve que salir hacia Sevilla, donde se celebraba un Pleno del
Consejo de Universidades esa misma tarde, en cuyo orden del día figuraban dos
puntos importantes para la UNED: el Real Decreto sobre Convenios con los
Centros Asociados (más conocido como Real Decreto de Red Básica) y la creación
de la Universitat Oberta de Cataluña. Se aprobó el Real Decreto sin mayores
problemas, aunque en el informe técnico se decía que conllevaba financiación por
parte del Estado, y en realidad en los años sucesivos su incumplimiento no
preocupó lo más mínimo a la Administración. Respecto a la creación de la Oberta
catalana, el informe técnico planteaba una larga serie de objeciones jurídicas
y académicas que cuestionaban todo el proyecto, aunque curiosamente el informe
era favorable. De poco sirvió mi oposición expresa, basada en las objeciones
del informe, ya que se aprobó con dos votos en contra y diecisiete
abstenciones. Aunque no es este lugar para analizar en profundidad la evolución
de la UOC en estos años, sí me preocupó entonces el valor de precedente que
pudiera tener en un contexto de transferencia generalizada de las competencias
de educación a las Comunidades Autónomas.
Esas sospechas se confirmaron años más tarde, cuando la
Junta de Andalucía introdujo en la Ley de Acompañamiento de los Presupuestos de
1997 una adicional que contemplaba la posibilidad de organizar la enseñanza a
distancia en su Comunidad, siguiendo el modelo francés, es decir, compartiendo
las Universidades presenciales las tareas a distancia, el conocido como modelo
mixto.Tras una entrevista de urgencia con el Consejero de Educación, Sr. Pezzi,
se nos confirmó la existencia del proyecto y que se trataría con la UNED en
caso de que fuera adelante. La evolución posterior puso de manifiesto que el
proyecto fue desechado, o al menos congelado, debido a problemas hasta ahora no
aclarados.
Al margen de estos casos, conseguimos que el resto de los
Gobiernos autónomos mantuvieran excelentes relaciones de colaboración con la
UNED, con distintos grados de participación en la financiación de los Centros
Asociados y en la planificación de la oferta educativa a distancia. Fue el
caso, por poner sólo unos ejemplos, de Tenerife, Navarra y Tudela, Cantabria,
Aragón, cuyos gobiernos autónomos respectivos actuaron de impulsores y garantes.
La principal tarea que teníamos por delante era poner en
marcha la implantación de la Red Básica, teniendo en cuenta el desinterés de la
Administración por cumplir su cuota de financiación. Ello no obstante, la cifra
de Centros acogidos a la Red Básica se elevó a 14 en los cuatro años de mi
mandato como Rector y las transferencias a los Centros Asociados en su conjunto
pasaron de 900 a 3.000 millones de las antiguas pesetas; y todo ello sin merma
alguna de la capacidad de gasto que venía disfrutando la comunidad
universitaria en su conjunto. El mapa de Centros Asociados se completó
prácticamente con la creación de los de Guadalajara, Campo de Gibraltar y
Tudela, además de Extensiones de importancia como las de Jerez, Gandía,
Ontinyent o Cambrils, por sólo citar algunos.
Frente a la práctica generalizada en el pasado, hicimos un
gran esfuerzo por racionalizar la gestión presupuestaria. A ello contribuyó, en
la vertiente del gasto, el hecho de que por vez primera en la UNED, el Equipo
de Gobierno presentase para su aprobación los presupuestos antes del 1 de
enero. Se eliminó el déficit heredado, se cerraron los ejercicios con equilibrio
y se conservó el remanente. Desde la perspectiva del ingreso, fue notable la
velocidad del crecimiento de los recursos, sobre todo en los dos últimos años.
En la esfera de la Gerencia y Administración y Servicios
tuvimos que enfrentarnos a dos problemas de distinta índole, que ya preocupaban
especialmente al PAS, cuando asumimos el gobierno de la UNED: los contratos de
Alta Dirección y la convocatoria de oposiciones para plazas ocupadas por unos
100 interinos. Ambas cuestiones se resolvieron satisfactoriamente,
prescindiendo, por una parte, de los contratos de Alta Dirección y convocando a
concurso-oposición las plazas desempeñadas por interinos. En este último caso,
y pese a nuestra advertencia en contra de la realización de una sola
convocatoria, el hecho de que un número de interinos no obtuviera plaza, nos
indujo a proponer y obtener de la Junta de Gobierno, pese al informe
desfavorable de los representantes de la Junta de Personal, una solución
satisfactoria.
En cuanto al Profesorado, se continuó con la política de
dotación de nuevas plazas, conforme a las necesidades docentes y a los recursos
presupuestarios disponibles, así como con el programa de promoción de
Titulares a Catedráticos, con el balance para ese período de 97 nuevas plazas de
todas las categorías.
Igualmente, desde el Vicerrectorado de Ordenación Académica
se elaboraron y fueron aprobados importantes documentos, como los siguientes:
Carga docente de los Departamentos y Facultades, Ordenación académica de los
Departamentos, Plan para la Mejora de la Calidad de la UNED, Normativa para la
implantación de los nuevos Planes de Estudio.
Entre otras actuaciones relacionadas con el profesorado y
los departamntos, son de destacar, a nuestro juicio, la aprobación de nuevos
planes de estudio, la adecuación y mejora de los procedimientos de contratación
y gestión de plazas de profesorado, facilitando la planificación de los
departamentos y asegurando al máximo la transparencia del proceso y de la
asignación de fondos, y, por último, la firma de convenios con las Escuelas de
Turismo, para adecuar sus estudios a la nueva normativa, a través de la UNED.
Un problema pendiente, pero que se escapaba a la capacidad
de decisión de la propia Universidad, era la definición del status académico
del Profesor Tutor. Dada la heterogeneidad de este Profesorado (con procedencias
y situaciones administrativas tan diversas), resultaron vanos los intentos de su
inclusión en los sucesivos proyectos de reforma del Título V de la LRU. Nadie
puede negar, sin embargo, la importancia vital que para la metodología de la
UNED tienen los Profesores Tutores, no solo por su tarea de apoyo al alumno,
sino también por realizarse ésta mediante el contacto personal y directo entre
ambos.
Con respecto a los alumnos, destinatarios de nuestro
servicio público y constituyente esencial de la comunidad universitaria, durante
nuestro mandato se aprobaron en Junta de Gobierno las reformas de su reglamento
de participación, consideradas imprescindibles dentro del proyecto elaborado y
presentado por la Delegación de Alumnos. Por su mayor repercusión, cabe
mencionar la limitación de la representación a un máximo de ocho años. Había en
este sentido un gran consenso entre los diversos estamentos de la Universidad e
incluso un grupo importante de la Delegación de Alumnos clamaba por una medida
que evitase los riesgos de profesionalización de la representación, en
detrimento del desempeño cabal de la misma y de la necesaria movilidad y
aportación de nueva savia. (Decisión que llevó a un Delegado de alumnos afectado
por la reforma a acusar al Rector ante los tribunales de prevaricación,
acusación que, naturalmente, no prosperó).
Para facilitar el desarrollo de la representación de
alumnos, atender a sus demandas e impulsar su proyección laboral, se tomaron
una serie de medidas, que sintetizo para no ser exhaustivo:
1. Ampliación de locales de reunión, dotación informática y
de personal de administración.
2. Potenciación del COIE, a través de la ampliación tanto
del presupuesto como de los medios humanos para que su acción llegase a todos
los Centros Asociados y pudiera desarrollar su doble función: a) orientar a los
estudiantes en los conocimientos y técnicas para facilitar su labor de estudio;
b) facilitarles la inserción en el mundo del trabajo, mediante la firma de
innumerables convenios con empresas privadas y organismos públicos.
3. Creación de un Fondo Social para que, en el espíritu de
nuestros objetivos estatutarios, ninguna persona dejase de estudiar con
nosotros por encontrarse en situación de precariedad económica grave.
4. Firma de un convenio con la Dirección General de
Objeción de Conciencia; fruto de esa colaboración fue un programa, en el que más
de cien jóvenes -muchos de ellos estudiantes nuestros- prestaron dicho servicio
en las instalaciones de la UNED en todo el territorio nacional.
En el campo de las enseñanzas no regladas, se realizó un
notable esfuerzo de regulación y sistematización con el nuevo Reglamento para
la impartición de los Cursos de enseñanza no reglada en la UNED, aprobado en
Junta de Gobierno el 3 de noviembre de 1997. En esta actividad se alcanzó una
cifra de más de 400 Cursos, con un número de alumnos que rebasó ampliamente los
30.000.
Se mantuvo el esfuerzo en Extensión Universitaria,
potenciando las actividades culturales. Podríamos destacar la creación de un
grupo de teatro que, en su primer año de andadura, obtuvo dos premios de la
Comunidad de Madrid. Se sumó a todo ello el mantenimiento de otras actividades,
como certamen de pintura, de relatos cortos, de vídeo educativo, del Coro de la
UNED, etc.
En cuanto a infraestructuras, se efectuó el traslado de las
Facultades de Derecho y Políticas a los nuevos edificios del campus de Senda
del Rey; se iniciaron y concluyeron las obras de reforma del edificio
interfacultativo (antigua OEI); se comprometió la reforma del edificio de la
Escuela de Ingeniería y, lo que es más importante, se firmó con la Universidad
Complutense el convenio de cesión de una parcela de unos 5.000 metros cuadrados
(edificabilidad, 8.014 m2), contigua a la Facultad de Psicología. En el campus
de Las Rozas se concluyó la construcción y equipamiento del edificio para
tutorías del Centro Asociado de Madrid. Los buenos oficios reiterados a lo
largo de esos años concluyeron con la firma de varios convenios de cesión de
edificios a la UNED, por parte del Ayuntamiento y el MEC. Ello permitió
que un Centro tan numeroso como el de Madrid, que carecía hasta aquel momento,
de instalaciones propias, dispusiera, a partir de entonces, de cuatro edificios
para uso exclusivo de la UNED.
La misma política de cooperación y apoyo decididos se
siguió con los restantes Centros Asociados, de modo que se mejoró
ostensiblemente la calidad de sus infraestructuras, unas veces con
construcciones nuevas, otras con ampliaciones o rehabilitación de edificios
históricos, como los de Cartagena, Valencia, Tarrasa, por poner solo unos
ejemplos.
La metodología, auténtico pilar de nuestro modelo de
enseñanza-aprendizaje, fue también preocupación destacada de mi equipo de
gobierno desde el momento de su toma de posesión. Nuestro esfuerzo se concentró
principalmente en tres campos: IUED, medios impresos y nuevas tecnologías.
La actividad desplegada por el IUED en esos años
(dependiente orgánicamente del Vicerrectorado de Ordenación Académica) fue
intensísima en todos los ámbitos:
1. Desde las publicaciones de apoyo metodológico, como el
Manual de técnicas de estudio, Sugerencias para la elaboración de Unidades y
Guías Didácticas, pasando por la dirección y coordinación de la nueva
revista RIED, órgano internacional de la investigación sobre enseñanza a
distancia, hasta la preparación de un Manual de la función tutorial. En
fin, hay que mencionar la atención a la formación de Profesores Tutores, inicial
y continua, específicamente en el ámbito de las nuevas tecnologías.
2. Organización de cursos de formación del Profesorado,
orientados especialmente a la aplicación de las nuevas tecnologías a la
enseñanza. Entre ellos se incluyen: «I Jornadas sobre la Función Tutorial: su
presente y su futuro», «Metodología, organización y Servicios de la UNED»,
«Formación interna del Profesorado en Tecnologías Aplicadas a la Educación a
Distancia».
3. Asesoramiento internacional y recogida y tratamiento de
datos internos, así como la organización del Curso Iberoamericano de Educación a
Distancia y de Adultos.
En cuanto a los medios impresos, en esos años se fomentó la
labor editorial de nuestra Universidad, tanto desde el punto de vista de la
calidad como de la cantidad del fondo editorial. Además de la creación de
nuevas revistas de Facultades, como la de Ciencias y Educación o la de crítica y
poesía actual Serta de Filología, se hizo frente al problema de la
disminución de Unidades Didácticas, publicadas por la UNED y elaboradas con la
metodología propia de la enseñanza a distancia. Esta herramienta didáctica, que
en sus orígenes constituyó una fuente de prestigio para la UNED, se había ido,
paradójicamente, «distanciando» de los objetivos propios de nuestra metodología
y de los intereses del alumnado, por una serie de razones ajenas al servicio
que debe prestarse. Trabas, incluso de orden legal, aconsejaron una política de
persuasión, apoyo y estímulo del Profesorado para retornar a la senda que se
había abandonado, y así fue resultado de esos años la publicación de 59 nuevas
Unidades Didácticas en Enseñanzas Regladas.
Se recurrió, pues, a una política de incentivos,
estimulando los derechos de autor (creación de un 10 % en las Guías Didácticas),
liberando de plazos la recepción de originales, desarrollando la promoción y
sobre todo mejorando la distribución, regularizando la situación contractual con
los Centros y evitando la dispersión del stock. Entre los signos de la buena
acogida de tales mejoras editoriales cabe citar que las Unidades Didácticas de
nuevo diseño, interior y exterior (editadas en agosto de 1997) fueron
galardonadas en los I Premios de la Asociación de Editoriales Universitarias
Españolas. Asimismo, desde la UNED, en la reunión con los Directores de los
Centros Asociados (3 de diciembre de 1998) se hizo público el buen
funcionamiento de la distribución tras las gestiones de programación editorial,
control de stock anual y depósito único.