Accesos directos a las distintas zonas del curso

Ir a los contenidos

Ir a menú navegación principal

Ir a menú pie de página

TEORÍA DE LA DEMOCRACIA

Curso 2014/2015 / Cod.30001183

TEORÍA DE LA DEMOCRACIA

CONTEXTUALIZACIÓN

Encuadramiento de la asignatura en el contexto del Máster, de la Titulación de Filosofía, y de los estudios humanísticos en general, a la luz de las competencias asignadas.
La teoría democrática, desde el punto de vista filosófico, que es el aquí considerado, tiene un especial papel muy relevante: atraviesa gran parte de los estudios humanísticos en cuanto es la expresión de un doble papel asignado a la misma: así como el arquero ha de alcanzar el blanco con su flecha, del mismo modo la política, la filosofía política, ha de establecer aquellas ciencias o conocimientos que permitan alcanzar nuestro fin, al tiempo posibilitar el de los demás: el de ser un ciudadano virtuoso e instruido y el de conseguir la felicidad. La política, pues, apunta a un carácter comprehensivo de  los distintos saberes, “puesto que la política, escribe Aristóteles, se sirve de las demás ciencias, de modo que constituirá el bien del hombre; pues aunque el bien del individuo y el de la ciudad sean el mismo, es evidente que será mucho más grande y más perfecto alcanzar y preservar el de la ciudad; porque, ciertamente, ya es apetecible procurarlo para uno solo, pero es más hermoso y divino para un pueblo y para ciudades. Este es, pues, el objeto de nuestra investigación, que es una cierta disciplina política”. (Aristóteles: Ética a Nicómaco, Libro I, 1094 b)

Aunque   la democracia –de suyo- ni propicia las limpiezas étnicas, ni deja –pese a los horrores sufridos – de ser un ideal a realizar en el orden práctico, sin embargo, en los procesos de conformación de los Estados y de su interés posterior en convertirse, además en naciones, primando la lengua, la religión, ideas sociales etc., propiciaron que las mayorías pudieran aplastar a las minorías o se desvirtuaran, por completo, los principios de justicia, igualdad e isegoría que la habían inspirado. Y todo ello  en función del poder o de heteroutopías, que nada tienen que ver con el hecho de que las sociedades, de modo reflexivo, puedan constituir –en el espacio público, mediante el contraste de pareceres y redefinición de necesidades e instituciones apropiadas- no “la mejor ciudad o Estado”, empeño tan ahistórico, pues vendría a significar tanto el final de la historia como la negación de la autonomía de los individuos. De modo que es un hecho histórico que la propia grandeza de la consideración de todos los humanos como seres iguales y con derecho a tener derechos ha tenido sombras alargadas de muerte y violencia,  con la negación –aún- en gran parte del  mundo de sus derechos políticos. Incluso en los países más desarrollados, como es el  caso de Suiza, la votación popular de 1959, el electorado masculino echó abajo la propuesta legislativa del Parlamento para otorgar el voto a las mujeres con dos tercios de los votos en contra. Finalmente, el día 7 de febrero de 1971, se expresaron dos tercios del electorado masculino a favor del sufragio femenino, permitiendo por fin el ejercicio de los plenos derechos políticos a las mujeres.

Como afirma J. Dunn, uno de los más notables teóricos de la escuela inglesa de Cambridge, “ la idea del Estado moderno (especialmente por parte de Hobbes y Bodino)  fue concebida precisamente para repudiar la posible coherencia de las reivindicaciones democráticas a la hora de gobernar o simplemente emprender una auténtica acción política, tanto si esas reivindicaciones se efectuaban bajo inspiración secular como religiosa” (Dunn,J. : Democracia. El viaje inacabado. Barcelona.Tusquet editores, 1995, pp. 300-301). No habría más que pensar que el período más largo de guerras en Europa fue el debido a las "Guerras de religión", que acabaría recreando una nueva Europa con Estados nuevos, concluyendo el 24 de octubre de 1648, con la  firma de la Paz de Westfalia, que ponía fin a la Guerra de los Treinta Años. Esta guerra se había librado entre 1618 y 1648.  El mapa de nuevos Estados y el control para evitar nuevas guerras llegaría, prácticamente, hasta la Primera Guerra Mundial.  A esta seguiría la Segunda Guerra Mundial. El número de muertos se calcula en unos 70 millones de personas, siendo civiles un cincuenta por ciento de en esta Segunda guerra mundial.  Este dato nos da idea del carácter metaestable  del Estado que permitió  la implantación del fascismo y los diversos totalitarismos , cuyas  huellas aún no han sido borradas. Hoy se enfrentan los Estados y sus gobiernos  tanto a los problemas de legitimación de sus representante, como a sus funciones sociales con respecto a los ciudadanos, más próximos a simples consumidores, y a la verosimilitud de que los individuos que habitan en sus territorios sean realmente sujetos autónomos que forman parte de los procesos reales de la actividad política y comercial.