El autor considera que los retratos, como documento antropológico, han permitido a muchas familias de asesinados, desaparecidos, enterrados en cunetas, encarcelados o exiliados seguir manteniendo su memoria viva, frente al empeño del régimen franquista en silenciarlos, en borrar su huella y sus recuerdos.
El jurado de la Unión de Editoriales Universitarias Españolas, compuesto por profesionales del mundo del libro y del periodismo, acreditó su fallo por ser por ser “un libro relevante, no solo por su tratamiento de la Guerra Civil sino por la aproximación que realiza a la memoria cotidiana del dolor y la conciencia de la derrota. Todo ello muy en coherencia con el tratamiento de las imágenes que apoyan al texto”, según declaraciones a elcultural.com.