Otea el paisaje mientras subes a la montaña
La lección inaugural Otea el paisaje mientras subes a la montaña ha corrido a cargo de Mª Felisa Verdejo, catedrática del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la ETS de Ingeniería Informática de la UNED, que comenzó reconociendo que “celebramos hoy de una manera singular el inicio del curso académico 20/21 en la UNED, marcado por las consecuencias de la pandemia que afecta a la humanidad con un alcance global sin precedentes. No queda otra que adaptarnos y retejer las condiciones para que la llamada «nueva normalidad» se convierta en una forma diferente de afrontar los retos que como sociedad tenemos planteados. Y como la memoria es una característica humana fundamental, a nivel personal y colectivo, dediquemos conjuntamente un pensamiento a todos los que nos han dejado, en circunstancias de desamparo afectivo que no deberíamos permitir que se repitan” pasa pasar a destacar que “no voy a exponer una lección sino más bien una reflexión en alto, al calor de la transformación que una de las disciplinas a la que me dedico, el Procesamiento del Lenguaje Natural (PLN), enmarcado en la Inteligencia Artificial (IA), vive en la última década”.
La catedrática del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UNED siguió su intervención con los inicios de la IA “La IA como disciplina científico-técnica se ha desarrollado a partir de los años 50 y se ha caracterizado por un progreso a pequeños saltos en diferentes épocas, basados en la creación de diferentes modelos y técnicas simbólicas, estadísticas y conexionistas. En su breve historia, ha sufrido en varias ocasiones un boom de expectativas desmesuradas con predicciones interesadas de «ya tenemos la máquina inteligente que supera a los humanos», pero que en última instancia fueron soluciones tecnológicas que tuvieron un impacto limitado. Estos momentos de sobre expectación sobre los resultados, provocaron lo que se conoce en el área como largos inviernos, periodos de escepticismo sobre la IA en los que, a consecuencia del descrédito tras la burbuja, el interés y la financiación se vieron muy reducidos, refugiándose en consecuencia la actividad investigadora, incluso con otros nombres, en nichos académicos.”